Thursday, May 15, 2014

Memorias de un hijo del Levante. Capítulo 16 "Largarto"

Los peligros que acechan al hombre, (y no ya al hombre, ¡Al ser humano, incluso!), son muchas veces insospechados. Se cree uno que está tranquilo y tiene al funcionario de la guadaña haciendo guardia en la puerta pa llevarte al valle del silencio mas rápido que ligero.  Hay que tener mas cuidao que maquillando cangrejos. Fite tú que el otro día estaba yo en el portal vigilando los buzones, porque me había dado la sensación de que por la noche, alguien los cambiaba de sitio, cuando entró mi vecino Amaro, con un amigo suyo con bigote y venían contando no se qué de uno que le había comprao a su hijo una tortuga en zooflor, cuando era chico, y como en verano se fueron dos semanas a Marina Dor, ciudad de vacaciones, lo echaron por el roca pabajo y luego, diecisai años despues, se encontraron unos poceros la tortuga, en una alcantarilla de la reconquista, y media metro sesenta y pesaba ochenta quilos. Y a uno le arrancó el brazo del reloj y ya no ha vuelto a llegar a tiempo a ningún sitio. Y por lo visto era un casio PT100, que no te creas que se lo dieron con el cola cao. Y entonces le dijo Amaro, "Pos yo he escuchao que en las alcantarillas, por la parte del rinconcillo, han visto un largarto" Y ahí ya se me soltó el punto del pipi. Porque yo no sé lo que es un largarto, pero por el nombre debe ser como un lagarto, pero rebirao. Y seguro que es peligroso de cojones, como el que se jaló al capitán Garcios, de Peter Pan. Y al rato ya tenía hambre otra vez, el hijo la gran puta.
Conque me acerqué a Amaro y le dije, "¡El largarto! ¡El largarto! ¡Nuevos horrores para tiempos oscuros!" y me eché a corré.

Esa noche no dormí. Ni cagué. Porque na mas que pensar que esté yo soltando lastre y asome el hocico el largarto por el roca y me pegue un bocao nalguístico, me muero del miedo. Conque al día siguiente, me levanté muerto sueño y con una urgencia de evacuación tripística que riete tú de cuando en la aldea del Rocio dice la gente, vamos padentro y no hay quien mantenga a la peña detrás de la valla. Así que me bajé al bar de Emilio, donde encontré gran Alivio. Solo que Emilio no tenía papé y me tuve que limpiá con el marca.

Pero lo mas importante del asunto era que si quería dormir tranquilo, tenía que acabar yo mismo con el largarto, porque si esperaba a que el ayuntamiento hiciera algo al respecto, me quedo esperando. Porque en el dos mil ocho, nos dijeron que iban a arreglar la acera de atrás y todavía no han podido venir, conque eso debe ser que tienen trabajo acumulao y no dan abasto. Ni abasto ni a espadas.

Lo primero que tenía que hacer era aprender cómo se mataba un largarto, conque me fui a la clínica veterinaria, las dos patitas, que está cerca de mi casa y le pregunté a la muchacha que pincha a los perros. - Muchacha que pincha a los perros, ¿Cómo es que se mata un largarto?
- ¿Un lagarto? - me dijo ella sin dejar de pinchar perros.
- ¡¡¡¡Nooooo!!!! - dije yo tratando, según yo lo veo con bastante éxito, de mantener la calma. - ¡¡¡¡Un largarto, un largarto!!!!
- Es que se dice Lagarto.
-¡Este nooooo! ¡Este está bajo las alcantarillas esperando que venga uno con reloj!!!!!
Y entonces la muchacha que pincha a los perros hizo algo totalmente inexplicable. Llamó a la policia.
Y cuando aparece la patrulla me dicen que por favor les explique lo que me pasa, y yo les digo que hay que acabar con el largarto antes de que deje a uno sin el brazo del reloj. Y ellos que se miran y me dicen, "Usted no será ese que es paciente del Doctor Rivera que siempre está liando la grande, ¿no?" y es que se gana uno la fama, mas rápido que ligero. Y de forma totalmente injustificada, picha. Pero como quiera que me vieron nervioso, se dejaron de tonterías y optaron por asesorarme, sabedores que cualquier día se podían ver enfrentados a eso que llamaban el largarto. "Al lagarto de Jaén lo reventaron como los triki trakes" dijo uno de ellos. "Pero esto no es un lagarto, es un larrrrrrrrrgarrrrrrrrtoooooo" dije yo. "Pero es lo mismo, hombre, lo que vale pa uno, vale pa otro" Y la verdad es que tenía razón.

Así que me fui en busca de triki trakes pa reventá al largarto, con el problema de que yo no tenía ni idea de qué eran los triki trakes tampoco, conque me fui a preguntar a mi amigo Tenorio, que pa estas cosas es un fenómeno. Y tal y como le cuento la historia, se le cambia la cara. "Creemos que vivimos seguros y no es así", dijo. Y luego añadió, "El largarto". y yo le dije, "aro, aro" y entonces miró en inernet para ver qué eran los triki trakes y resulta que eran galletas con chispitas de chocolá, como las chisaojis. Vamos, como los de la foto.



Se ve que a los largartos, las galletas con chocolá no les caen guenas y se mueren. Las cosas de la naturaleza que uno desconoce. Pero el caso es que como yo eso de los triki trakes no tuve cojones de encontrarlo ni en el mercadona ni el eroskis, ni en el coviran de los chinos, compré unas que eran de la marca, golosín, y las dejé abiertas en la alcantarilla del aparcamiento del bar los pulpos, pa que se las comiera el largarto y reventara.

una semana despues fui, y ya no estaban las galletas. ¿Habrá reventao el largarto? ¡Cómo saberlo! Igual me tenía que haber quedado allí al liquindoile como si fuera Frank de la jungla, pero yo pa esas cosas de lo que es tener paciencia, no valgo, conque tendré que arriesgarme.

Eso sí, a Emilio le he bajao dos rollos de papel de ojete pal bar porque yo en casa no hago de vientre mas.

El muy largarto, seguro que se está cachondeando de tos nosotros...

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