Friday, December 26, 2014

Especial cuento de navidad del hijo del levante. Capítulo uno.



Illo, lo que me ha pasao a mí estas navidades es de traca levantina. Un christmas carol, de esos de Charles Dickens seco, que he vivío. Por to la cara, además. Porque yo, en principio, motivos no había dao, la verdad. Que yo no soy antinavidad ni tengo empleaos muertos de frío, como el Scrooge ese de la película, ni ná. Solo que llevaba unos días rajando por el tema de lo pesá que se pone la gente en navidad, conque si son ventiún euros, uno del café y veinte de esto, que si el pequeño Nicolás se me ha colao en la cena, que si Paquirrín se ha tenío que ir a cenar al chino de Kansas City, porque no estaba la madre pa hacerle la cena. Y venga de da por culo, y venga de da por culo. Y en la tele, que te quitan to los programas y las series que tú veías, pa poner a los del telediario cantando, que te los ponen por la noche, y te lo repiten por la mañana. Y si no, te ponen un programa con pedazos de to lo que han ido poniendo a lo largo del año. Y también te lo ponen por la noche, y luego te lo repiten por la mañana. Y los simpsons, con el episodio de cuando dicen que les han robao el árbol y los regalos y resulta que lo había quemao el niño y lo tenía debajo de la nieve. O el de cuando el padre hace de papá Noel y se apuesta a los caballos to lo que ha ganao a un perro que luego pierde y se lo quedan. Y como yo ya no podía más, abrí la ventana el venticuatro a mediodía y grité a to lo que me dieron los pulmones, “Vaya al carajo la nochebuena, la navidad, el del bar que te cobra veintiún euros por un café, y el primo de Mariló Montero” Aunque en honor a la verdad, esto último no sé por qué lo dije.

Total, que se ve que el que lleva el tema de la navidad, que debe ser el mismo que le mandó a Jaime Stewart, el ángel ese que le hizo ver cómo sería el pueblo si él no hubiera nacío, debió escucharme meter el alarío, porque dijo “calla, chalao”, y por la noche, me mandó los fantasmas esos de las navidades. Una cosa mala.

Yo este año he cenao solo porque hace dos años salí mal parao de la cena en casa de mi hermano, por un tema de que fui disfrazao de Papá Noel, ni mamá tampoco, y me salió ardiendo la barba. (Esto ya lo he contao en el libro oficial de Memorias de un hijo del levante, conque si queréis la historia completa, sus lo podéis comprar en lulu.com o en Amazon, que es mu buen regalo pal día de reyes) Y yo, cuando salgo mal parao de los sitios, los sentencio, como si fuera un tribunal. Y digo, “ya no vengo más aquí, en cinco años”, por ejemplo. Y en cinco años no piso el sitio ese. Así de claro. Conque castigué la cena de nochebuena de casa de mi hermano, por cinco años. Conque este ha sido el tercero y me quedan otros dos. 

¿Esto a qué venía? Ah, sí, que cené solo en mi casa. Una lata de mejillones con salsa de vieiras, tres gambas con ali oli que me había llevao del almuerzo de los locos, que hicimos el sábado pasao en la clínica de nuestra señora del corto amparo, y que había congelao pa no morirme de salmonetes, y una tableta de turrón con lacasitos que me compré en el mercadona. Opíparo me puse. Con media botellita de licor de leche, tolón tolón, que alguien se dejó en mi casa un día que quedamos pa ver top chef, solo que nos equivocamos de día, y lo que pusieron fue unos mendas que se quedan arriaos en una isla, y se pasean en pelotas por el tema de que no hay un primark a mano, pa comprarse un outfit de temporada.
Y como en la tele, ya he dicho que no ponían nada, a las once ya estaba acostao, jarto de tolón tolón. Y a las doce, se me aparece el primer gaché.

“illoooooo” me dice. Y yo, haciéndome la Infanta, a ver si se cansaba y se iba.
“illoooooo” insiste.
Y claro, viendo que no me va a dejar dormir, le digo, to rebelao, “Qué quiere, cojone!”
“Soy el fantasma de las navidades pasadaaaaaas”
“Eah, encima que viene a dar por culo, llegas tarde”
“Vengo a llevarte por el buen camino”
“No, yo prefiero coger por abajo, aunque haya más rotondas. Que el peaje está por las nubes”
“veeeeeen conmiiiiigo”
Y ahí, me trincó por el pié y me sacó volando del piso.

El tío era pa verlo. Más blanco que Iniesta con colitis, y con un camisón largo, que pa cogerle el dobladillo, se lo tienes que coger debajo los sobacos. Y una cabeza de pelos, que aparece por la puerta de una peluquería y se tira el peluquero por la ventana. Y venga de llevarme volando por to Algeciras como si fuera yo el helicóptero ese de la película del niño.
“A dónde me llevas, pichica” le pregunté jarto mosquitos.
“A las navidades de tu infancia”
“Pos a ver si te compras un GPS, porque Algeciras no es tan grande, y ya he visto pasar dos veces la Esperanza de Triana”

Total, que al final, aterrizamos en la piñera, que era el barrio donde yo vivía cuando era chico y nos asomamos por la ventana de la que era mi casa.
“Mira, cuando eras chico te gustaba la navidad”
Y miro dentro y allí estaba yo, machando una zambomba y cantando mi propia versión de los peces en el río
“Pero mira como huelen las heces de mi tío, pero mira como huelen, el menda está podrío. Huelen y quitan las ganas de comé. Las heces de mi tío, que te hacen devolvé”
Y mi padre, persiguiéndome con el matamoscas por todo el salón. La verdad es que eran navidades divertidas.
“¿Ves? Antes disfrutabas de la navidad”
“Sí, pero no había wassap ni Facebook pa que estuvieran tol día dando por culo con los mismo chistes. Y en la tele ponían martes y trece y mujercitas, en lugar de ponerte a Matías Prats cantando Anduriña”
“vamo a otro lao” dijo el fantasma, y me trincó del otro pie. Y otra vez a volar por to Algeciras. Menos mal que me había puesto el pijama de borreguito.
Al rato, me plantó delante de la clínica de nuestra señora del corto amparo, justo la primera navidad que pasé ingresao. Y ahí estaba yo cantando Quisiera ser, el eco de tu voz, del dúo dinámico, en la fiesta que organizábamos todos los años.
“Mira lo contento que estabas” me dijo el ghost, más allá del amor.
“Sí, porque a mí, en aquel momento,  me estaba sonando de puta, madre” le contesté yo. “Pero visto ahora, desde fuera, una canción a dos voces, cantada con tu amigo imaginario, no suena tan bien, no”
Y el fantasma me miró con mala cara porque se ve que le estaba empezando a quemar que yo pusiera pegas a todo.

“Mira, mira. También conociste el amor”
Y entonces volví a mirar, y era el mismo sanatorio, pero cuatro años después. Y estaba yo con Martina. Ah, mi amada Martina. ¡Cómo la quería! Mi primer gran amor. Qué felices hubiéramos sido si no hubiese estado loca. Claro que si no hubiese estado loca, ni se habría acercado a mí. Pero es que la segunda vez que me tiró por la escalera al grito de “¡un bicho, un bicho!” me di cuenta de que lo nuestro era imposible. Pero os digo que esa mujer me dejó marcado. Literalmente. Como que todavía conservo una cicatriz en lo alto la oreja.

“Oye, fantasma. Llévame a mi casa ya, que yo no estoy aprendiendo ná, y hace más humedad que en la sala de estar de la sirenita. Conque arriando”
Y como se ve que el tío se dio cuenta de que ya no había más que rascar, me llevo pa mi casa y me revoleó en la cama.
“illo, las cosas se dan como a ti te gustarían que te las dieran” le solté pa dejarlo muerto.
“Descansa, porque dentro de un rato vendrá a verte otro fantasma”
“Pos vaya tela, ompare. ¡Es que no hay más casas, cojone!

(Fin de la primera parte)


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