Illo, lo que me ha pasao a mí estas navidades es de traca
levantina. Un christmas carol, de esos de Charles Dickens seco, que he vivío.
Por to la cara, además. Porque yo, en principio, motivos no había dao, la
verdad. Que yo no soy antinavidad ni tengo empleaos muertos de frío, como el
Scrooge ese de la película, ni ná. Solo que llevaba unos días rajando por el
tema de lo pesá que se pone la gente en navidad, conque si son ventiún euros,
uno del café y veinte de esto, que si el pequeño Nicolás se me ha colao en la cena,
que si Paquirrín se ha tenío que ir a cenar al chino de Kansas City, porque no
estaba la madre pa hacerle la cena. Y venga de da por culo, y venga de da por
culo. Y en la tele, que te quitan to los programas y las series que tú veías,
pa poner a los del telediario cantando, que te los ponen por la noche, y te lo
repiten por la mañana. Y si no, te ponen un programa con pedazos de to lo que
han ido poniendo a lo largo del año. Y también te lo ponen por la noche, y
luego te lo repiten por la mañana. Y los simpsons, con el episodio de cuando
dicen que les han robao el árbol y los regalos y resulta que lo había quemao el
niño y lo tenía debajo de la nieve. O el de cuando el padre hace de papá Noel y
se apuesta a los caballos to lo que ha ganao a un perro que luego pierde y se
lo quedan. Y como yo ya no podía más, abrí la ventana el venticuatro a mediodía
y grité a to lo que me dieron los pulmones, “Vaya al carajo la nochebuena, la
navidad, el del bar que te cobra veintiún euros por un café, y el primo de
Mariló Montero” Aunque en honor a la verdad, esto último no sé por qué lo dije.
Total, que se ve que el que lleva el tema de la navidad, que
debe ser el mismo que le mandó a Jaime Stewart, el ángel ese que le hizo ver
cómo sería el pueblo si él no hubiera nacío, debió escucharme meter el alarío,
porque dijo “calla, chalao”, y por la noche, me mandó los fantasmas esos de las
navidades. Una cosa mala.
Yo este año he cenao solo porque hace dos años salí mal
parao de la cena en casa de mi hermano, por un tema de que fui disfrazao de
Papá Noel, ni mamá tampoco, y me salió ardiendo la barba. (Esto ya lo he contao
en el libro oficial de Memorias de un hijo del levante, conque si queréis la
historia completa, sus lo podéis comprar en lulu.com o en Amazon, que es mu
buen regalo pal día de reyes) Y yo, cuando salgo mal parao de los sitios, los
sentencio, como si fuera un tribunal. Y digo, “ya no vengo más aquí, en cinco
años”, por ejemplo. Y en cinco años no piso el sitio ese. Así de claro. Conque
castigué la cena de nochebuena de casa de mi hermano, por cinco años. Conque
este ha sido el tercero y me quedan otros dos.
¿Esto a qué venía? Ah, sí, que cené solo en mi casa. Una
lata de mejillones con salsa de vieiras, tres gambas con ali oli que me había
llevao del almuerzo de los locos, que hicimos el sábado pasao en la clínica de
nuestra señora del corto amparo, y que había congelao pa no morirme de
salmonetes, y una tableta de turrón con lacasitos que me compré en el
mercadona. Opíparo me puse. Con media botellita de licor de leche, tolón tolón,
que alguien se dejó en mi casa un día que quedamos pa ver top chef, solo que
nos equivocamos de día, y lo que pusieron fue unos mendas que se quedan arriaos
en una isla, y se pasean en pelotas por el tema de que no hay un primark a
mano, pa comprarse un outfit de temporada.
Y como en la tele, ya he dicho que no ponían nada, a las
once ya estaba acostao, jarto de tolón tolón. Y a las doce, se me aparece el
primer gaché.
“illoooooo” me dice. Y yo, haciéndome la Infanta, a ver si
se cansaba y se iba.
“illoooooo” insiste.
Y claro, viendo que no me va a dejar dormir, le digo, to
rebelao, “Qué quiere, cojone!”
“Soy el fantasma de las navidades pasadaaaaaas”
“Eah, encima que viene a dar por culo, llegas tarde”
“Vengo a llevarte por el buen camino”
“No, yo prefiero coger por abajo, aunque haya más rotondas.
Que el peaje está por las nubes”
“veeeeeen conmiiiiigo”
Y ahí, me trincó por el pié y me sacó volando del piso.
El tío era pa verlo. Más blanco que Iniesta con colitis, y
con un camisón largo, que pa cogerle el dobladillo, se lo tienes que coger
debajo los sobacos. Y una cabeza de pelos, que aparece por la puerta de una
peluquería y se tira el peluquero por la ventana. Y venga de llevarme volando
por to Algeciras como si fuera yo el helicóptero ese de la película del niño.
“A dónde me llevas, pichica” le pregunté jarto mosquitos.
“A las navidades de tu infancia”
“Pos a ver si te compras un GPS, porque Algeciras no es tan
grande, y ya he visto pasar dos veces la Esperanza de Triana”
Total, que al final, aterrizamos en la piñera, que era el
barrio donde yo vivía cuando era chico y nos asomamos por la ventana de la que
era mi casa.
“Mira, cuando eras chico te gustaba la navidad”
Y miro dentro y allí estaba yo, machando una zambomba y
cantando mi propia versión de los peces en el río
“Pero mira como huelen las heces de mi tío, pero mira como
huelen, el menda está podrío. Huelen y quitan las ganas de comé. Las heces de
mi tío, que te hacen devolvé”
Y mi padre, persiguiéndome con el matamoscas por todo el
salón. La verdad es que eran navidades divertidas.
“¿Ves? Antes disfrutabas de la navidad”
“Sí, pero no había wassap ni Facebook pa que estuvieran tol
día dando por culo con los mismo chistes. Y en la tele ponían martes y trece y
mujercitas, en lugar de ponerte a Matías Prats cantando Anduriña”
“vamo a otro lao” dijo el fantasma, y me trincó del otro
pie. Y otra vez a volar por to Algeciras. Menos mal que me había puesto el
pijama de borreguito.
Al rato, me plantó delante de la clínica de nuestra señora
del corto amparo, justo la primera navidad que pasé ingresao. Y ahí estaba yo
cantando Quisiera ser, el eco de tu voz, del dúo dinámico, en la fiesta que
organizábamos todos los años.
“Mira lo contento que estabas” me dijo el ghost, más allá
del amor.
“Sí, porque a mí, en aquel momento, me estaba sonando de puta, madre” le contesté
yo. “Pero visto ahora, desde fuera, una canción a dos voces, cantada con tu
amigo imaginario, no suena tan bien, no”
Y el fantasma me miró con mala cara porque se ve que le
estaba empezando a quemar que yo pusiera pegas a todo.
“Mira, mira. También conociste el amor”
Y entonces volví a mirar, y era el mismo sanatorio, pero
cuatro años después. Y estaba yo con Martina. Ah, mi amada Martina. ¡Cómo la
quería! Mi primer gran amor. Qué felices hubiéramos sido si no hubiese estado
loca. Claro que si no hubiese estado loca, ni se habría acercado a mí. Pero es
que la segunda vez que me tiró por la escalera al grito de “¡un bicho, un
bicho!” me di cuenta de que lo nuestro era imposible. Pero os digo que esa
mujer me dejó marcado. Literalmente. Como que todavía conservo una cicatriz en
lo alto la oreja.
“Oye, fantasma. Llévame a mi casa ya, que yo no estoy
aprendiendo ná, y hace más humedad que en la sala de estar de la sirenita.
Conque arriando”
Y como se ve que el tío se dio cuenta de que ya no había más
que rascar, me llevo pa mi casa y me revoleó en la cama.
“illo, las cosas se dan como a ti te gustarían que te las
dieran” le solté pa dejarlo muerto.
“Descansa, porque dentro de un rato vendrá a verte otro
fantasma”
“Pos vaya tela, ompare. ¡Es que no hay más casas, cojone!
(Fin de la primera parte)
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