En una de las muchas conversaciones que he venido teniendo en la última semana y media desde que James Gandolfini se fuera de forma tan inesperada, alguien me hacía una pregunta que no pudo por menos que sorprenderme. "Pero, ¿De verdad era tan buena Los Soprano?" Y a mí me entraron ganas de emular a Eddie Murphy y decirle, "¿Estás de cachondeo?" ¿Es que alguien realmente duda de lo jodidamente buena que era esa bendita serie? Pues por lo visto sí.
Los soprano fue la pionera en eso que ahora es la seña de identidad de la HBO, (ya saben, la de no es televisión, es HBO), y que consiste en filmar sus series como si fuera cine, algo que luego repitiera en trabajos incontestables como Deadwood, A dos metros bajo tierra o la exitosa Juego de tronos. Ni qué decir tiene que esta fórmula transcendió hace ya tiempo a otras cadenas como AMC que ha parido series de parecido éxito, como la cosa esa de Mad Men, Walking dead o la extraordinaria "Breaking Bad". Pero la pionera, la pionera, hacedme caso, HBO con los soprano.
Los soprano partía de un escenario largamente visto en cine y, algo menos, en televisión. El día a día de un clan mafioso a niveles de tropa, tratado con cierto clima de normalidad y realismo. Pero si ya lo habiamos visto antes, ¿Qué es lo que la hacía especial?. Pues lo primero, un reparto a prueba de bombas, con un perfecto James Gandolfini en el papel de su vida, una sobresaliente Edie Falco, como su particular esposa, y un largo pero igualmente acertado plantel de secundarios que incluía a los míticos Michael Imperioli, como Christopher Moltisanti, el caótico sobrino de Tony, Dominic Chianese, inolvidable Junior Soprano, o Steven Van Zandt, (sí, el guitarrista de la E Street Band), que hiciera clasica su imitación en la serie de Al pacino, "Just When I thought I was out, they pull me back in". A esto hay que unirle unos guiones sencillamente magníficos, obra del creador de la serie, David Chase, del que ya habiamos disfrutado anteriormente otra serie mítica como era "Doctor en Alaska", y que se apoyaba intermitentemente en un nutrido grupo de eficaces guionistas capaz de mantener el interés de cada hilo argumental, justo lo suficiente para saltar a otro sin que la serie perdiera frescura.
Uno de los mayores aciertos, naturalmente, de Chase, fue la inclusión del personaje de la doctora Melfi, a cuya terapia acudia religiosamente Tony Soprano tras sufrir un inoportuno ataque de ansiedad. Esta astuta jugada permitía al espectador acceder a la mente del mafioso que se mostraba siempre mas dispuesto a compartir sus reflexiones en el "diván" que en su rutinario día a día.
Una gran serie, en definitiva, magistralmente rodada por artesanos imprescindibles de la actual televisión como Timothy Van Patten, John Patterson o Alan Taylor, habituales en series como The wire, Broadwalk empire, Mad men, Juego de tronos, the pacific, Roma... que, eso sí, no tuvo un final a la altura. Pero, cualquiera les dice nada a estos...
Menuda panda de angelitos...
Muy cierto tus comentarios Padrino, estoy totalmente de acuerdo
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