La historia arranca de forma prometedora, con cuatro personajes muy interesantes y algo que no suele darse mucho en Hollywood, un acierto total de casting, desde el mentalista socarrón interpretado por Woody Harrelson hasta el mago estrella de insondable ego con el rostro del especialista en listillos arrogantes, Jesse Eisenberg, que junto con el menor de los hermanos Franco, Dave, y la siempre eficaz, Isla Fischer, componen un grupo de magos, llamados "los cuatro jinetes", que, guiados por un misterioso "jefe", se lanzan a robar al rico para dárselo al pobre. Hasta ahí todo bien. El problema es que el misterio, la magia, el espectáculo, o como lo quieras llamar, se esfuma a la media hora dando paso a una aburrida trama criminal con una clásica y disfuncional pareja de policias llevando el caso como pueden, un empresario sin escrúpulos interpretado por Michael Caine, que se podría minimizar, o inlcuso eliminar, de la historia sin que importara, y un experto en revelar trucos de magos, encarnado por Morgan Freeman al que, el mal escrito guión, deja pululando de acá para allá, solo porque lo necesitará en ciertos puntos de la trama.
Pero el gran problema del film, como ya he señalado antes, es un guión que parece mas un borrador sin pulir, lleno de cosas sin explicar, de motivaciones poco sólidas, de un único giro curioso, y de un final previsible, por pura lógica, que no hace sino dejar aún mas en evidencia las carencias de la historia.
Un entretenimiento para gente poco exigente, que guste de las luces y los efectos, porque magia, lo que se dice, magia, poquita. Y eso a pesar de tener un reparto que aglutina 3 oscars y otras doce nominaciones, entre todos.
Una pléyade de estrellas que, por culpa de un mal guión..., pues eso, que se estrella.
Sólo me enganchaba cuando estaban los magos la parte policiaca era un poco aburrida.
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