Monday, May 5, 2014

"Aprendiz de Gigolo" Ni Woody Allen salva esto.

Hay películas que si no son masacradas por la crítica nada mas asomar el pico en una sala de cine, es única y exclusivamente,  porque hay gente de cierto nombre implicadas en ella. Porque de otra manera no se entiende la amabilidad que cierta gente ha mostrado hacia esta tontería rodada por ese actor que tanta facilidad tiene para alternar maravillas con auténtica basura, llamado John Turturro. De la misma forma que solo se entiende que haber trabajado tanto, con gente como Spike Lee o los hermanos Coen, debe haberle labrado cierto prestigio que le permite el asombroso poder de convocatoria mostrado en este proyecto y que junta a divas de la talla de Sharon Stone o Sofia Vergara, en papeles insulsos, con actores de cierta calidad, como Liev Schrieber y todo un icono que le permite el lujo de vender las pocas entradas que ha vendido, ademas de hacer la escasa media docena de chistes buenos que tiene la película, como es Woody Allen. Se nota muchísimo que gran parte del material que Allen usa en el film, es suyo. Y se nota porque el resto es demasiado indigno.

"Aprendiz de Gigolo", cuyo título original, "Fading Gigolo" (algo así como Gigolo que pierde brío), es tan engañoso como el usado en España, (solo que el nuestro pretende vender mas entradas, y el de ellos, simplemente está mal escogido), mas que nada porque no estamos hablando de un Gigolo que encara su edad madura, sino de un tipo maduro y poco dotado para el trabajo, que, de repente, y porque un anciano amigo suyo, que, aunque la película no lo diga, es probable que esté empezando a sufrir ataques de senilidad, decide que la solución a sus problemas económicos es que el tipo este comience a prostituirse, va y lo hace. Y, si al menos, lo que surgiera de semejante ida de olla, fuera divertido, uno lo entendería, pero es que la película, lejos de explotar las posibilidades cómicas de esta premisa, se dedica a reflexionar sobre la soledad, sin llegar a nada en concreto y deprimiendo y aburriendo a un público que, si no se queda directamente dormido, es por las puntuales apariciones de Woody Allen, sumergido en una sociedad judia, totalmente surrealista que deja, como ya he dicho antes, algun que otro momento divertido, ademas de al público con la boca abierta y esa cara de "What the fuck", que uno nunca debería ver en una audiencia a la que respeta.

Y poco mas se puede decir de esta insensatez que, insisto, si la hubiese firmado cualquier director de encargo, como vehículo para algún cómico de escaso prestigio, tipo Adam Sandler o Jim Carrey, habría sido despedazada por la crítica. Y con razón.

 Y tan panchos que se han quedao...

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