"Birdman" - Sobra el pajarraco.

Hay una cosa que me pasa con Alejandro Gonzalez Iñarritu y es que no consigo tener de él el alto concepto que él sí que tiene de sí mismo. Y supongo que eso hace que lo que a él le parecen genialidades, a mí me parezcan idas de olla. Lo cual no sería mayor problema, (no es el primer director considerado genio, con el que no comulgo, ahí está mi odiado Terrence Mallick), si no fuera porque el 90% del metraje de sus películas, me entusiasma, y el 10% me horripila. Y eso hace que normalmente salga del cine con ganas de partirle la cabeza, por haberme estropeado la posibilidad de disfrutar de una obra maestra redonda.

Esto no pasa con Birdman. Aquí es un 99% del film, lo que me entusiasma, y un 1% lo que horripila. Y eso hace que directamente quiera matarlo. 

El problema de Birdman, aparte de las múltiples interpretaciones que puede tener su plano final, del que no hablaré para no destripar nada, y que es lo que a mí menos me molesta, es la importancia que Iñarritu le da a las evidentes taras mentales del protagonista, que lo llevan, (esto ocurre desde el minuto uno de película, por lo que no desvelo nada raro) a hablar con su alter ego. Ese pajarraco insoportable, que, para mí gusto, lastra lo que podría ser una obra maestra, ya que todo el retrato de la decadencia de la fama y el mundo de la escena neoyorkina, con esa impagable colección de personajes que pululan alrededor de la desquiciada existencia del protagonista, es impecable. Otra cosa es la dificultad que tiene un servidor para creerse todo lo que pasa en los veinte últimos minutos de película, y que, en mi opinión, no está suficientemente justificado a lo largo de la historia.

Mención aparte merecen las extraordinarias interpretaciones del genial Michael Keaton, (espero que se haga justicia y no le quite el óscar Eddie “balbuceos” Redmayne), y los maravillosos Edward Norton y Emma Stone. Qué pedazo de actor es este Norton, y qué desaprovechado está, aunque no lo parezca.

Una magnífica película, que, paradójicamente, no termina de volar, precisamente, por el puto pájaro…

El pajarraco es el de detrás, por si alguien no se ha dado cuenta.