Thursday, November 28, 2013

Top chef medio arregla su mala imagen

Hace unas semanas comentaba en este, vuestro blog, que uno de los secretos del éxito de Top Chef, y de cualquier reality, en mi opinión, radica en parte, en la salsa, (oportuno simil), que aportan al programa los típicos concursantes odiosos que provocan todo tipo de reacciones a su alrededor gracias a la facilidad mostrada a la hora de hacer perder los nervios a sus compañeros. Top Chef tiene a Bárbara...

Lo de Bárbara no tiene nombre. Es pesada hasta decir basta. Y no solo ya porque hable por los codos, que lo hace. Sino porque siempre lo hace cuando tendría que callarse. Porque se empeña en buscar una complicidad y una empatía en sus compañeros que nunca le han mostrado. Porque insiste, de forma machacona, en autoafirmarse a base de mensajes positivos y buen rollo, así como en aplacar sus muchos nervios e inseguridades a golpe de verborrea y diciendo en voz alta todo lo que se le pasa por la cabeza. Y eso no es que saque de quicio a sus, por otra parte poco pacientes, compañeros. Es que los vuelve frenéticos.

Los concursantes de Top Chef, y en especial los cuatro que quedan, son gente de gran ego, que ha llegado a desarrollar, merced a sus años de experiencia y premios obtenidos, un altísimo concepto de sí mismos. Esto, unido a la eficaz labor, como ya digo, de desgaste que viene realizando Bárbara cada semana, les ha llevado a un punto, en mi opinión, francamente feo. Cayendo en el ataque directo, la descalificación gratuita y el comportamiento canallesco, mas digno de un Hooligan que de un chef de alta cocina. Claro que casi todo lo llamado de alto standing, encierra siempre chusma vestida de Armani...

El culmen tuvo lugar la semana pasada cuando entre todos la mataron y ella sola se murió. Bárbara, completamente asediada, terminó expulsada del concurso, quedándose a un paso de la final, mientras sus compañeros mostraban públicamente su alegría.

La expulsión no pudo ser mas justa, la verdad. Baste decir que su propia madre, que al igual que la del resto de los concursantes, probaron a ciegas lo cocinado por sus hijos, calificó el plato de la suya como el peor. Luego en la prueba final hizo un taco de pollo y chocolate que parece ser que estaba estupendo pero que tenía una presentación penosa. Y ahí se quedó. Yo no digo que la chica sea buena o mala cocinera, pero enfrentarse a un reto con la moral machacada por culpa del continuo ataque y trato humillatorio de sus compañeros no debe ser fácil.

Pero lo peor fue la imagen que el programa permitió que dieran los ganadores. Ese vacío, ese desprecio continuo, esos gritos de ánimo al rival al que ella se enfrentaba, (mas que nada para que ella se enterara de cuantas ganas tenían de que se fuera), ese comportamiento, como ya he señalado antes, de auténtico hooligan, fue deplorable. Y desde luego no creo que sea el ejemplo de comportamiento que un programa, que probablemente ve gente joven, piense que debe dar. Si alguien lo encuentra divertido que no se sorprenda luego si a su hijo lo acosan en el colegio solo porque no le cae bien a nadie... Y lo cierto es que se podría haber evitado simplemente con quitar algún comentario, alguna escenita, y no hacer cositas como lo de permitir que una concursante, a la que como premio por ganar una prueba, permitían quitar a dos compañeros un ingrediente para cocinar, quitara a Bárbara el aceite, y a otro la manzanilla, asegurando, encima, que lo hacía porque quería que se fuera ella del programa... Con lo fácil que hubiera sido hacer, como en otras ocasiones, eso de, "ahora cambiaros de sitio". Por lista... Pero claro, al programa, poco le importa ser justo.

Aun así, yo creo que ellos son conscientes de que lo hicieron mal, y esta semana, no sé si por eso o por casualidad, han lavado un poco su imagen, con un curioso paripé. Esta semana los expulsados competían entre sí por volver a entrar en el concurso. Y si pienso que tras esta maniobra lo que había era un intento por lavar la imagen es porque todo me olía a exactamente eso.

Lo primero que nos encontramos es a los concursantes que quedan, como jurado, y un mensaje repetitivo por parte de los jueces habituales... "Sed justos". Claro que lo serán. Su ego no les permite otra cosa.

Y entonces, el golpe de efecto... La perdiz.

La organización del programa sabe perfectamente quienes son los concursantes, de donde vienen, y, por supuestísimo, cual es su especialidad. Y Bárbara viene de cocinar, no una, sino miles de perdices para los paladares mas exquisitos. Esta prueba estaba diseñada para que se luciera y se lució. Lo hizo tan bien que a sus atacantes no les quedó mas remedio que admitirlo y pasarla a la siguiente ronda.... Misión cumplida. La chica queda redimida como gran cocinera y ellos como gente justa que sabe reconocer el mérito de la persona a la que pisoteaban la semana pasada. Todo perfecto.

Otra cosa era meterla de nuevo en el concurso. Eso ya hubiera sido demasiado. Pero no pasa nada porque me paso por el forro la mecánica habitual del concurso y los pongo a cocinar de nuevo el plato por el que fueron expulsados. Y esa es, amigos, la mayor adulteración de este programa. Si se trata de ver quien es mejor, ¿no deberían tener todos las mismas armas y pelear en igualdad de condiciones? ¿Por qué entonces le das la posibilidad de hacer a ellos un plato de alta cocina y a ella uno simple, cuando luego la eliminais, PRECISAMENTE, por eso? Dice Chicote, "me jode que la gente no entienda que alta cocina es lo que está de muerte de bueno", y luego, a pesar de decir que el taco cocinado por Bárbara está estupendo y que lo ha mejorado, la echa porque dice, "esto no es alta cocina, y esto es TOP chef..." En fin.

Yo prefiero que la chica esté ya en la calle porque así veremos una buena final con grandes cocineros y sin el soniquete insoportable de ella metiéndose en el oido. Pero tambien me alegro de que haya tenido la oportunidad de irse con la cabeza alta. Porque lo de la semana pasada dio mucha pena. Y mucha verguenza...




Bárbara poniendo a prueba al pobre Canales...

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