Tuesday, April 28, 2015

Memorias de un hijo del levante. capítulo 37 "Cenicienta"



El otro día llevé a mis sobrinillos al cine. A mí no me gusta hacer de tío, la verdad, porque una vez, siendo el Alejandro chico, me lo dejé en lo de los melones del Carrefour, y por poco no lo venden al peso. Pero es que yo, ir tirando de un niño, llevar al otro en brazos, y pesar la fruta, todo a la vez, no puedo hacerlo. Salvo que seas el pulpo Paul, no lo veo, sinceramente. Y sobre todo con mis sobrinos, que son más inquietos que un minion, jarto azuca. Pero como dice el doctor Rivera, que tengo que socializar, para ir rebajando la locura y que se me permita vivir fuera del manicomio, (también me han recalcado que debo decir clínica, y no manicomio, pero eso me lo paso por el forro polar ártico), pues me recomendó que empezara por lo fácil, que es pasar tiempo con la familia. Y eso debe ser porque el doctor Rivera no conoce a mi familia, porque si no, me hubiese recomendao mejor, pasar tiempo con el joker y dos caras, que están mejor de la cabeza. 

Bueno, el caso es que tras discutirlo con mi cuñada, decidí llevarme a los niños al cine. Y como en la cartelera no había más que cosas de tiros, explosiones y de sombras de grey, opté por el título que parecía más acorde a la infantería. Cenicienta. Que es una versión nueva que ha hecho Ken el Bragas, un director británico, de Inglaterra, que ha hecho un montón de películas con chespir. 

La historia no hay por dónde cogerla. Na más empezar la película, te meten un drama detrás de otro, como si en vez de una película pa niños, fuera eso un pasodoble de Quiñones. Porque primero se le muere la mare, y luego el padre. Que en mi opinión se lo busca él, porque en vez de quedarse en casa tranquilito, se apunta a una excursión por la parte más chunga de la jungla, tela de peligrosa. Vamos, como las tres mil viviendas, pero con salvajes. O sea, como las tres mil viviendas. El problema es que el padre, se había casao en segundas nupcias, con una rubia con cara de elfa, que venía con mochila. Dos parises hiltons mal criadas, que tiene por hijas, y que en cuanto sale el padre de escena, mandan a la niña a la buhardilla, y la ponen a cosé, fregá y planchá. Que parece como la canción de los payasos, de así planchaba, así, así, que no veas si era machista la canción, por cierto. 

Total, que tienen a la niña quemaita, quemaita, y como en el mundo ese de los cuentos de hadas, los derechos humanos no existen, se tiene que aguantar, o como diría mi abuela, se tiene que joé. Hasta que se entera de que el príncipe, que lo hace uno de juego de tronos, que no entiendo cómo le han quedao ganas de organizar bodas, está preparando un baile, porque según las leyes principescas, se tiene que casar antes de las elecciones de noviembre. Pero como no se quiere casar con las que le han buscao, organiza el guateque, y convida a tol condao, por si suena la flauta y conoce a alguna que le haga tilín. 

Cenicienta, que es el mote que le ha puesto la elfa a la pobre niña, por el tema de que siempre tiene hollín en el rostro, como si fuera Antonio Molina en “Esa voz es una mina”, se las promete felices porque se cree que va a poder asistir, pero le dicen “qué dice tú”, y cuando van al zara a encargar los vestidos pa la fiesta, en vez de comprar uno pa ella, le compran una ballerina, y un bote de chillit bang, con lo que se queda la pobre más planchá que el rostro de Carmen Lomana. Y aunque ella por su cuenta, arregla un vestidito de su madre, pa poder ir al jolgorio, las malvadas carabeles, que tiene metías en la casa, se lo estrozan y se lo dejan como si se hubiera caído la pobre en un zarzal.

La cosa no puede estar peor, pero entonces aparece Helena Borja Encarte, disfrazá de Hada Marina, que es como las hadas del bosque, pero del mar, y le dice, “Aquí no ha pasao na”, luego mueve la varita dos veces, dice “abracadabra, pata de cabra”, y convierte una calabaza en carroza, al pato en cochero, y dos lagartijas que estaban allí viéndolas vení, en criados. A ella le arregla el vestío, le hace un recogío rápido en el pelo, y, ella sabrá por qué, le regala dos zapatos de cristal de bohemia, que ha pedío a la guía del coleccionista. Y que es lo menos práctico que he visto yo en mi vida, porque a ver si tienes tú cojones de bailar flamenco, con eso puesto. 

Total, que la niña se va al baile y el príncipe, que ya la conocía de un paseo campestre donde coincidió con ella, y le preguntó la hora, se queda prendaito, prendaito, y se pegan to la noche bailando los dos, como si allí no hubiera más gente. Solo que los hechizos de la Encarte, son como las ofertas de canal plus, que cuando más agusto estás viendo la tele por diez euros, te empiezan a cobrar, ochenta. Y a las doce de la noche, sale la niña corriendo, por miedo a que se descubra el pasteloide, y la verdad es que ya podía haber salido de la fiesta diez minutitos antes, porque se queda a la mitad del camino.

Aquí viene una cosa que yo no la entiendo, porque el príncipe de beckelaer este, que se ha quedao con uno de los zapatos de la niña, por la cosa esa de que los zapatos de glass, son muy bonitos a la vista, pero muy poco prácticos en modo fuga, y se ha quedao uno en la escalinata, se lanza por tol condao probándole el zapato a todas las gachises que se encuentra, pa ver quién es la dueña del mismo, y de su corazón. Y digo yo. ¿Tan enamorao que estás y no la reconoces mirándole a la cara, que le tienes que probar el zapato? ¿Qué pasa si das con otra que tenga el mismo número? Porque la gachí tampoco es que tenga los pies como el actor secundario Bob. Que seguro que hay doscientas con el mismo número. ¿Qué haces? ¿Te casas con otra, solo porque le entra el zapato? ¡Hombre, por dios! Yo es que con esas cosas me indigno. Conque no pude soportarlo más, y me levanté en medio del cine para dejar claro que aquello no era lógico. - ¡Esto qué es, mujeres y hombres y viceversas! – dije, como queriendo decir, “aquí ni amor verdadero, ni ostias” Y en ese momento se levantaron mis sobrinos y salieron corriendo como alma que lleva el diablo, porque se ve que la madre los tiene bien aleccionaos y ya tenían instrucciones de quitarse de en medio a la menor señal de que yo fuera a liarla.

Y bien que hicieron los chavales, porque fue empezar a pegar chillios, y meterse dos policías en la sala, al grito de “aquí está, aquí está” porque antes dije que después de discutir con mi cuñá, decidí llevarme los niños al cine, pero no he dicho que fuera con permiso de ella, conque la muy cabrona había llamao a los guardias, y palante que fueron conmigo.

Por la noche cuando me recogió de la comisaría el doctor Rivera, me preguntó que si veía normal lo que había hecho. Y yo, la verdad, lo miré, y dije, “con las películas que ponen, de patos que se convierten en cocheros, zapatos de cristal, y príncipes incapaces de reconocer el careto de su novia, lo que es un milagro, es que no estemos todos tirándonos piedras los unos a los otros”

Y ahí se quedó la cosa. Con la mierda la cenicienta. 


 Helena Borja Encarte, poniendo cara de "¿Eso te vas a poner?"

Thursday, April 9, 2015

Primera temporada de "Better call Saul" - Saul Goodman Begins...



Un problema inevitable al que tiene que enfrentarse todo Spin off, (que para el que no lo sepa, es una serie, o película, protagonizada por personajes secundarios de otras series, como Aida o Frasier), es paradójicamente, su razón de ser. Si existen es porque la serie de la que provienen, fue un gran éxito, que sus productores quieren prolongar. Y por tanto, su reto es… estar a la altura de ese éxito. Por eso, normalmente, se suele acudir a personajes, que ya destacaron en la obra original, y que reúnen suficientes méritos, a priori, para mantener el nivel. Y ni qué decir que tiene, que esto no siempre se logra. Ahí está Joey, como ejemplo más claro. Y es que al final, lo que realmente importa, es que lo que se haga, se haga bien.

Un ejemplo de cómo hacer las cosas bien, es este “Better call Saul”, spin off surgido a raíz del enorme éxito de una de las mejores series de todos los tiempos, (en opinión de este cronista), “Breaking Bad”, protagonizada por el único personaje que se prestaba a ello, Saul Goodman, abogado de verborrea infinita y experto en triquiñuelas, capaz de sacarle las castañas del fuego al criminal más pintado. Goodman era perfecto para tener su propia serie. Un grandísimo actor, que domina el drama y la comedia a partes iguales. Un personaje que el público ya conoce,  que gozó de gran popularidad entre los seguidores de Breaking Bad, y que no debería tener ningún problema en hacerse con el potencial espectador novato, que haya cometido el crimen de no haber visto la anterior. Y un mundillo profesional de infinitas posibilidades en el que moverse. Pero, ¿habrá sido capaz Saul Goodman, de hacerse con su propia serie? Pues ya os digo yo que sí. Y tanto que sí. 

El primer acierto de “Better call Saul”, es situar la acción al principio de la carrera de Goodman, como abogado, sin dejar en ninguno de los episodios, el característico uso del flashback, y el flashforward, que nos va ilustrando acerca del por qué, del cómo y de las posibles consecuencias, del esto y del aquello. Algo que el equipo de directores y guionistas, domina a la perfección.  

Esto convierte a “Better call Saul”, en una serie, con el estilo narrativo y visual de “Breaking bad”, pero que cuenta una historia, completamente distinta. Pero, ¿es esta nueva historia, lo suficientemente atractiva, como para mantener de nuevo el interés? Nuevamente, sí. La historia de Goodman, que aquí, de momento, se llama James McGill, (ya veremos en qué punto se transforma en Saul), es la historia de un intento de redención en el peor de los escenarios. Un tipo sinvergüenza y caradura, especialmente dotado para la estafa y la argumentación, que pretende redimirse en base a la enorme admiración que siente por su hermano, un abogado de éxito, excelentemente encarnado por Michael McKean, en un registro poco habitual para alguien salido del Saturday night live. El problema para McGill, es que el mundo en que se mueve su hermano, es más adecuado para terminar de convertirte en un liante canalla y pendenciero, que para redimirte. 

Por esta primera temporada, vemos pasar a algún personaje ya conocido de Breaking Bad, como Tuco Salamanca, o el gran Mike Ehrmantraut, genialmente interpretado por Jonathan Banks (¿Le habrá llegado la hora de los premios a este hombre?), además de otros nuevos, de entre los que, obviamente destaca, el hermanísimo del prota. Pero si algo es indiscutible, es que el rey de la función es el gran Bob Odenkirk, como James McGill/Saul Goodman. Un genio que se sabe ante el papel de su vida, y la gran oportunidad de su carrera, dándolo todo en cada escena. Él es la serie. Lo sabe, y lo aprovecha. 

Y lo mejor de todo, es que esta es solo la primera temporada, con lo que solo hemos asistido al nacimiento de una leyenda. 


 James McGill en vías de convertirse en Saul Goodman.