Thursday, December 10, 2015

Memorias de un hijo del levante. capítulo 42 "Constitución"



El otro día fue el día de la constitución. Y yo las fiestas normalmente no las celebro porque, por el tema ese de estar loco, no trabajo. Y el problema de no trabajar es que, todos los días son fiesta para ti. Y eso está bien porque disfrutas a diario de las cosas que otros solo pueden disfrutar los días de fiesta. Como dormir hasta que me despierte con la marca de la almohada en el rostro, desayunar en pijama viendo la tele, pasear por el parque, pasear por el otro parque que está más abajo. También podría comer por ahí, pero eso no lo hago porque la gente está muy mal de la cabeza y siempre termino peleándome con alguien, como el día en que el tío me dijo, ¿te digo lo que tengo fuera de carta?, y yo le dije, ¿Qué pasa que escondes los platos porque son prohibidos, o qué?, Queréis vender pezqueñines, pero sabéis que no lo podéis poner en la carta, sopena de prisión, ¿verdad? Y me levanté y grité “Pezqueñinez no, gracias. Debes dejarlos crecer” a todo lo que me dieron los pulmones. Y me echaron del restuarán a patadas. Se ve que no tanto por el grito como porque mientras gritaba trinqué al menda por pescuezo y le metí la cara en un plato puchero de la mesa de al lado. Conque prefiero no ir a comer por ahí, la verdad. 

Luego, por otra parte, no trabajar, hace que no pueda uno disfrutar de los días de fiesta, porque para los demás son especiales porque pueden hacer todo eso de dormir y del parque, y lo del parque de más abajo, pero como yo hago eso siempre que quiero, ¿qué tiene de especial? Conque no celebro fiestas, que me parece que es lo más lógico. 

Sin embargo la de la constitución, la quería celebrar. Porque hace poco fui al médico y me dijo que yo era de constitución débil, y eso no puede ser porque a mí no hay cosa que me dé más coraje que ser débil en algo, porque ser débil es de débiles. Y yo soy fuerte. Conque le dije al galeno, “illo, que tengo que hacer para estar fuerte” y él me dijo, “ejercicio, mucho ejercicio, y vida sana” y yo lo de la vida sana lo tengo controlado porque como mucho verde, como recomendó una vez una gachí en la tele que era naturóloga y te enseñaba cómo comer por dentro. Conque yo me compró la comida, la dejo en lo alto de la encimera, y hasta que no vea que está verde, no me la como. 

Otra cosa es lo del ejercicio. El mismo día que salí del médico, corrí tres veces por la calle. Pero era por el tema de que lo había cogido con muchas ganas. Y la verdad, la tercera fue porque me persiguió un perro cuando iba por el pan. Pero al día siguiente ya no tuve ganas y dije, mañana, y al otro día, dije, mañana, y así uno por otro y ya no volví a correr más. Hasta el domingo, que dijo la tele que era el día de la constitución y me acordé que tenía que hacer ejercicio. Conque me puse el chándal que yo tengo del ejército, (yo no hice la mili, pero tengo el chándal porque mi amigo Tenorio lo mangó un día de un cordel, y como no le estaba bueno, y luego no se acordaba de qué cordel lo había cogido, me lo quedé yo), y me eché a la calle.

Na más salir, me llevé la enrritación.  Porque me dice mi vecino Amaro, que ha escuchao decir a uno en la tele, que la constitución española está pasando por su mayor momento de fragilidad, y ahí yo me encendí. Porque yo tengo parte de la culpa, por no haber hecho caso al médico y no haber corrío todos los días. Y si una cosa tengo clara es que la mejor forma de conseguir que la gente haga las cosas es dando ejemplo. Conque me eché a correr, al grito de “vamos todos, a mejorar la constitución” y uno que estaba en una esquina con una bolsa y el periódico debajo del brazo, me miró como diciendo, “qué ejemplo está dando este conciudadano”, y yo me acerco y me fijo en que lo que llevaba en la bolsa eran cruasanes. Y le grito, “¿Eso qué es, bolleríaaaaaaa??????” y se ve que algo despertó en su interior, porque se concienció automáticamente y se echó a correr, que te digo yo que si el pistoricus ese, corriera así, no lo había trincao la policía todavía. 

Y no se creáis que fue el único al que conciencié, no. En cada esquina veía un nuevo haragán, dispuesto a dejar que su constitución se volviera frágil, y yo, venga de dar gritos de ánimo y de arriba España, y de “a por ellos, oé”, y de “illa, illa, illa, Juanito ensaladilla” 

Hasta que me topé con unos municipales que, avergonzados al ver que un ciudadano anónimo, estaba haciendo una labor que, claramente corresponde a la administración pública, me metieron en un coche patrulla, y me llevaron a que me pusieran un pinchazo.
 
Y cuando me desperté era la Inmaculada. 




Tuesday, December 1, 2015

Memorías de un hijo del levante. capítulo 41 "Regreso"



Ya estoy aquí. A lo mejor no os habéis dao cuenta porque vosotros estáis a vuestras cosas y yo a las mías, que es lo normal, pero no escribía mis memorias desde finales de agosto. Por un tema de agenda. Vamos, que le metí al doctor Rivera con su agenda en la sien derecha, y me han tenío encerrao hasta ahora. Me han puesto más pinchazos que al capitán América. Como que me quedaba durmiendo desde las seis de la tarde hasta las once de la mañana. Y cuando me despertaba na más que tenía ganas de sentarme en una silla de la playa, a criar babilla y a decir, bububú. Una cosa mala.
Lo de la agenda fue porque ese  hombre tiene facilidad para ponerme nervioso. Y yo, pa que me pongan, no sé si me explico. Y empezó a preguntarme cosas de índole personal, y yo venga de intentar cambiar de tema. Y él que si no sentía la necesidad de compartir mi vida con alguien, y yo diciéndole que el madrí se había equivocao fichando a Rafa Benitez, que ese, pa los bufé libres es un fenómeno, pero pa llevar un vestuario, no lo tengo tan claro, y el tiempo me está dando la razón. Y él otra vez que si cómo me siento con respecto al sexo contrario, y yo que cuidao el coleta y con el catalán, que van de alternativa, y lo que quieren es sentarse en la poltrona. Conque al final tuve que cortar por lo sano y meterle en la sien con la agenda. Que no lo dejé seco porque este año no es bisiesto y tiene un día menos, que si llega a haber veintinueve de febreros, te digo yo que lo dejo en el sitio.

Pero eso ya pertenece al pasado. Lo que importa es que ayer fui a ver al padrino y me dijo que esto ha estado muy parao unos meses porque estaba liao con su última novela, pero que ya la ha terminao, y que en diciembre volvíamos otra vez, Honorato el suricato, el de las crónicas de cine, y yo mismo, entre otros. Y le dije que vale. Y aquí estoy. Que no veas cómo está el mundo. De como yo os dejé las cosas a como me las habéis devuelto, virgen del Carmen. Con los moros disparataos poniendo bombas y pegando tiros. Y los gobiernos mirando de meterles mano. Y luego dicen que el loco soy yo. Pues te voy a decir una cosa, ni está bien eso de liarse a tiros con la gente porque no le recen al mismo menda que tú, ni tampoco hay que pensar ahora que todos los moros son malos, porque en la esquina de mi calle hay uno que tiene una tiendecilla, que no veas el avío que nos hace los domingos, cuando está to cerrao. Que te compras la leche, el pan, y los phoskitos. Ahora, si quieres cerveza y chorizo, se lo tienes que comprar al chino de más abajo, porque los moros, esos productos no lo pueden vender por tema de mahoma, que se lo tiene prohibido. Pero tampoco quiere vender el tendero de la esquina cosas de casa tarradellas porque odia a los catalanes, y nadie le ha dicho nada. Pero tampoco me quiero meter en honduras porque esas cosas son mu complicás y yo no entiendo.

Los catalanes siguen con el tema de separarse. Pero lo tienen complicao porque primero se tienen que poner de acuerdo entre ellos y no lo consiguen. Cada vez que van a elegir presidente, sale que no. Y yo creo que es que no se han sentao a hablar las cosas. Ha salío uno diciendo, “que nos separamos” y ha tirao palante. Y alguno habrá que haya dicho, “anda ya chalao, pos no tengo yo problemas suficientes con la abuela metía en cama, dos años que llevo parao, y el niño que entra el año que viene en la universidad y no sé cómo lo voy a pagar, pa preocuparme yo ahora de si separarme de España o quedarme dentro. Que devuelva puyol lo que ha robao, pa que podamos comer los que no tenemos un duro, y ya luego vemos lo de la separación. Cuyons!”
Estas cosas no me ayudan a recuperar la cordura, la verdad.

El día veinte hay elecciones. Pero yo eso lo veo inútil, la verdad, porque como siga el que está, estamos apañaos, y como entren los que vienen, estamos jodidos. Conque yo creo que lo mejor es que cierren el chiringuito y que cada uno se apañe como pueda. Pero dice mi vecino Amaro que eso sería un caos y un desgobierno. Pos igual que ahora pero sin gente robando en el gobierno, ¿no? Y nos ahorramos el gasto de papeletas y el coñazo de la campaña, que te ponen la calle de una punta a otra llena de carteles con el careto de los carotas. Que yo miro a las farolas y digo, “ahí teníais que estar colagos, pero de verdad, galopines” Pero mejor no sigo que como lea esto el doctor Rivera, me encierra otra vez, por violento.

Pues nada. Que ya he regresao y que seguiremos contando nuestras batallitas aquí, todas las semanas. En cuanto salga a la calle y me pase algo, porque es que no me ha dao ni tiempo. Na más que ponerme al día viendo los telediarios, y escuchando las conversaciones de la gente. Aunque a alguno le he tenío que meter un cabezazo, porque la gente dice cada chalaura que no es normal.

Hasta luego. 

 Un golpecito de ná. Con la agenda, que fue.