Thursday, May 29, 2014

Memorias de un hijo del levante. capítulo 18 "Elecciones"

El domingo hubo elecciones europeas. Eso es como la comunidad de vecinos pero a lo bestia. Que se sienta un inglés, un francés, un yugoslavo, un alemán, un islas feroense, un australiano, un indio peruano, un negro, un chino, un albino, y deciden a cuánto van a poner los tomates y de qué color van a ser los billetes del metro. Y ahora dejan que vayan tambien los españoles por la cosa esa de que hemos ganao un mundial. Y pa saber quien va, pos convocan elecciones y a votar se ha dicho.

Esto se hace los domingos que es cuando no hay niños en los colegios. Porque lo hacen en los colegios. En los colegios y en las bibliotecas. Aunque en las bibliotecas lo podrían hacer el día que quisieran, porque allí, nunca hay nadie. Pero el caso es que juntan unas mesas como cuando vas a la cafetería Mercedes y sois muchos y le dices al camarero, "ay, jefe, que voy a juntar un par de mesitas pa poder comernos la milhoja y el pionono agusto", y luego ponen unas cajas de plasti transparente, como las que usan en canal sur para lllenarlas de ratones y hacerle a un gachó con los ojos cerrati, meter la mano pa que adivine lo que hay dentro. Solo que estas cajas no tienen las ratas dentro, sino que son pa meter las papeletas con los nombres de otro tipo de ratas y que luego les den un cargo. Luego ponen a tres pringati sentaos allí, le dicen a dos de ellos que son vocales y a otro que es la consonante. Y allí se quedan perennes el resto del día pa pedirle el carné al que llegue y decirle luego, "vote". Una cosa mala.

El caso es que yo me pongo muy nervioso con el tema este de las elecciones porque nunca sé a quién votar, porque como todos son políticos, no me fío de ellos. Pero si no voto, me han dicho que es como si estuviera votando al que gane, y eso me suena a ir con el sol que mas calienta, como diciendo, "Tú siempre vas con el que gana, sea quien sea" y de eso nada. Conque prefiero votar a uno que yo sepa ciento quince por ciento quince que no va a salir y así no me acusan de ventajista. Total, que le pregunté a mi vecino Amaro, quién pensaba él que iba a sacar menos votos. Porque Amaro se lee todos los días el caso y entiende de temas candentes. Y me dijo que lo normal es que fuera el PP, teniendo en cuenta la que estaban liando. Y dije yo, eah, pues al PP. Conque el día de las elecciones me fui al colegio Tartessos y le dije a uno que estaba en la puerta, "no vea la que está liando el PP, hermano" y el tío me dice, "anda ya, chalao". Y como a mí no me gusta meterme en peleas, le di un cabezazo solo. Pero que igualmente me echaron del colegio a patadas. Menos mal que no es ahí donde tenía que votar. Porque luego probé en el García Lorca, y al final resultó que era en el Gloria Fuertes, que recibe el nombre en homenaje al vino Gloria  Pale cream, que es tela de fuerte y se sube más rápido que ligero. Pero el caso es que voté al PP, que se presentaba uno que le dicen cañete en homenaje al marinero cañete, protagonista de Recluta con niño. Y que me han dicho que lleva de programa electoral que le den una fregona gratis a cada mujer. Aunque yo eso lo veo injusto porque si dan algo gratis yo quiero una.

Y ahí se hubiera quedao la cosa si no fuera porque luego, cuando llego a casa, me entero, porque me lo dice Amaro, que el padre de un amigo suyo, que era del Psoe de toda la vida, tuvo un infarcio en la parte del pecho cuando iba a votar y se fue rápido con San Pedro. "Y no le dio tiempo ni a votar. Con lo socialista que él era" dijo Amaro. Y a mí, eso, me llegó al corazón. Porque yo habia votado sin importarme a quién. Y resulta que mi voto iba a contar y el suyo no. Aquello era una injusticia. Y la verdad es que no me pude callar. "¡¡¡¡¡¡Qué injursticia mas grande, San Mateo!!!!!!!" grité. Y salí corriendo al colegio para ver si podía enmendarlo, porque, tal y como yo lo veo, mientras no piten el final de la votación, mas lo que añada el árbitro, hay tiempo de rectificar es de sabios. Conque allí me planté y le digo a la muchacha que era la consonante, "Darme mi voto que quiero cambiarlo" y ella, "¿Perdone?" "Nada que perdonar, criatura, no es culpa tuya. En todo caso, perdonarme vosotros a mí, que os estoy causando esta molestia, pero es que necesito mi voto, para cambiarlo" Y entonces se acerca uno con cara de fumigador pucelano, y me dice, "¿Puedo ayudarle, caballero?" y yo, "Si puede usted abrir la caja de plasti transparente y darme mi voto, desde luego" y él va y me dice que eso no se puede hacer. Y le digo yo, "¿por qué? ¿Da calambre?" Y él me mira como si le hubiera dicho que me acababa de comer un bocadillo de ladrillos con manteca. Y venga de juntarse gente alrededor mía. Y yo que le vuelvo a decir a la consonante que me de mi voto, que ya está bien de adulterar el proceso democrático. Y entonces aparece un policía. Yo creo que la policía tiene uno de guardia pendiente siempre de mí, porque mira que aparecen rápido en cuanto alguien me lleva la contraria.
"Caballero, haga el favor de abandonar la cola" y yo, "Si hay cola es porque ha aparecido aquí media Algeciras pa golimbrear a ver lo que está pasando, porque gente con el voto en la mano pa votar no hay nadie" y dice uno desde la parte de atrás con vocecilla de golondrina viuda, "Yo estoy con el voto en la mano pa votar"... Y que siempre tenga que haber un tonto...

Y entonces se lió la grande, porque el policía, creyéndose Isabel Gemio y figura, me dice "acompáñeme" y yo hice lo único que se puede hacer en estos casos. me subí a la  mesa de un salto, agarré la caja de plasti transparente, al grito de "Quiero mi voto" y la revoleé por los aires.

Lo siguiente que recuerdo es despertarme en el Punta Europa con un policía al lado de la cama y el Doctor Rivera, al otro, diciendo, ¿Qué has hecho esta vez, chiquillo?...

Al otro día supe por la tele que la mesa entera había quedado expugnada, que significa que no valía ninguno de los votos. Dijeron, "Solo cabe destacar un único incidente en Algeciras en el colegio Tartessos, donde un perturbado, (fijarse como distorsionan las noticias, un perturbado, dicen...), destrozó la urna..." y no se qué mas. Qué poca verguenza. Y todo por hacer justicia.... Ahora que lo que soy yo, no vuelvo a votar mas en mi vida.

Y lo peor de todo es que despues me acordé que donde había votado era en el Gloria Fuertes...


Tuesday, May 27, 2014

Trabajos de amor perdiditos del tó. capítulo 3 "Amor abrasador"

Muchos años después, frente a la soledad que le imponía su exilio, el hombre de fuego, habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a urgencias, tras haber estallado en llamas por primera vez en su vida. Menudo espectáculo había sido aquel. En mitad de la clase de gimnasia. Justo cuando Alfonsito Rebolledo, con su carísimo chandal conmemorativo del campeonato mundial de fútbol, se disponía a saltar el potro. Un breve periodo de intenso calor, de unos tres o puede que cuatro minutos, mas o menos, y luego, las llamas, directamente. Cual si de una antorcha humana se tratara o tratase. Y se trataba, se trataba. Vaya si se trataba.

- ¿Qué está haciendo, Soldevilla? - dijo el profesor, bastante sorprendido.
- ¡¡¡¡¡¡aaaaaaaaaahhhhhhhhh!!!!!! - decía Soldevilla, mostrándose lejos de estar dispuesto a contestar pregunta alguna acerca de su, por otra parte, irregular, comportamiento.
- Desde luego esto es un escándalo. Le exijo que cese inmediatamente esta pantomima. Mire como está poniéndolo todo.
- ¡¡¡¡¡¡aaaaaaahhhhhhhhhh!!!!!!
- No me obligue a llamar al director. Rebolledo, haga algo.
- ¿Yo?
- ¿Hay otro Rebolledo?
- Sí, mi hermano.
- ¿En serio?
- Pues sí, está ahí sentado, detrás de usted.
El profesor se volvió para comprobar que, efectivamente, había otro chico con un carísimo chandal conmemorativo del campeonato mundial de fútbol, sentado justo detrás de él, mirándole con ojos de buho asturiano, y la mano levantada.
- Muy bien, muy bien. Pero como usted ya está en pie, encárguese del asunto.
- Como usted diga.
Y dicho esto, salió el niño corriendo y no volvió hasta el día siguiente.
- ¡Maldita sea! Al final siempre tiene que hacer uno mismo las cosas.
Y como ya no le quedaba mas remedio que afrontar el problema, se colocó estratégicamente en mitad del gimnasio, y al pasar el niño en llamas junto a él, le puso una zancadilla digna del defensa central de la selección turca, enviando a Soldevilla, que en ninguno de los momentos, dejó de arder, al duro suelo.
- ¡Qué costalada! - dijo uno de sus compañeritos que había sacado el bocadillo y andaba ya dando buena cuenta del mismo, cual si viendo la función de tarde en el Gran Circo Teliri, se encontrara o encontrase.
- Rápido, una manta. - dijo el profesor. Y otros tres alumnos que salieron corriendo hasta el día siguiente.
Afortunadamente, Soldevilla, dejó, justo en ese instante de arder, ante los ojos atónitos de los presentes.
- ¿Está usted bien? - preguntó el profesor. - Vaya ocurrencias que tiene. Mire que salir ardiendo. Es usted un gamberro de campeonato.
- ¿Lo siento?
- Ya puede sentirlo, ya.

Y aunque el chico no tenía ni una sola quemadura en todo el cuerpo, ni mas secuela que un susto de categoría, que le impidió ir al baño con normalidad durante mas de dos semanas, su padre, diseñador de botijos, de profesión, le llevó esa misma tarde al médico para ver si se aclaraba por qué había salido su hijo ardiendo sin que hubiera razón alguna para ello.

- Interesante, interesante. - decía el galeno mientras examinaba el interior de la oreja del chiquillo con una especie de aparato sueco. - Interesante.
- ¿Usted cree? - preguntaba el diseñador de botijos.
- Un oido común. De lo mas normal.
- Entonces, ¿Por qué es ineteresante?
- Pues por eso, señor mío. Por eso.
- Ah, entiendo.
- No parece que haya motivo alguno para el incendio corporal que ha expermientado su vástago. Por lo que debemos concluir que ha sido algo fortuito. Anecdótico. ¿Entiende?
- No.
- Da igual. El caso es que no creo que se repita mas. Con que sigan con su vida sin mas, y en caso de que se repitiera, vuelvan a verme para mirarle el otro oido.

Y así lo hicieron. Solo que en el plazo de un mes, el niño ardió en otras cinco ocasiones mas.

Los médicos no sabían qué hacer ni qué decir. Los estallidos flamígeros empezaban a ser cada vez con mayor frecuencia, y aunque el niño de fuego no sufría nunca daño alguno, cualquiera que se acercara a él, terminaba como un ninot en las Fallas de Valencia. La cosa no podía estar mas mantecosa.

A los quince años, la familia Soldevilla, decidió internar a su hijo en el centro de investigaciones raras de Wisconsin de la Sierra, donde el doctor Mercury, se encargó personalmente de su caso. Hasta que acertó una quiniela de dieciocho resultados, y se retiró a Suiza a vivir la vida. Fue entonces, cuando la investigación pasó a manos de un eminente profesor de la universidad de Zurich Kato, llamado Eugene Parmesano, que acudió con un equipo de tres estudiantes de la mejor calidad, todos ellos bien vestidos y peinados, y con su título enmarcado con gran gusto con marco en wengé, de entre los que destacaba, la joven Sofía Limón, rubita, rubita, y de hermosos ojos azules y amarillos.

- Interesante, interesante. - Dijo el profesor Parmesan nada mas verle el oido por dentro al asombroso hombre de fuego.
- yuk, yuk - respondió él, sin poder dejar de mirar a Sofía, de la que se había enamorado perdidamente en el mismo instante en el que la vio.

Varios e indeterminados en número, fueron los años que el hombre de fuego pasó en el instituto de investigaciones raras, bajo la tutela del profesor Parmesan y su alegre séquito de estudiantes bien vestidos. Y desde luego, fueron los mas felices de su vida. Por las mañanas, los días que no estaba ardiendo, se tomaba su cafelito con leche y galletas campurrianas, mientras charlaba de temas varios con Roko o Marcelus, que eran los otros dos estudiantes de los que no estaba enamorado, pero que igualmente le caían bien. Cuando estaba ardiendo, también se tomaba el café con leche, pero en vez de galletas, tomaba tostadas. Por razones obvias. Sobre las diez o diez y media, el profesor Parmesan le miraba un rato la oreja mientras decía "Interesante, interesante" y luego ya, despues de comer, pasaba la tarde con Sofía.

¡Ah!, Sofía, Sofía. Que guapa y que fermosa era. Y qué simpatica y risueña. Él hacía un chiste y ella se reía. jajajaja, decía. jajajaja. Qué risa mas bonica y cantarina. Cómo le hubiese gustado poder declararle su amor. Pero cómo hacerlo siendo un hombre de fuego. ¿Acaso iba ella a querer compartir su vida con alguien que en el momento mas inoportuno podía transformarla en un chorizo criollo? No. No podía ser. Mejor disfrutar de su compañía mientras se pudiera y luego, ya se vería.

Una tarde de Abril, a las cuatro y cuarenta y ocho minutos, siempre según el reloj de cuco del pasillo, Sofía se acercó, un poco sería, hasta el recinto donde el hombre de fuego permanecía confinado. Tuvieron que ponerlo en una especie de pecera donde no pudiera quemar nada, ya que costaba un ojo de la cara, y de los caros, reponerle el mobiliario cada vez que ardía. Él ya notó que algo doloroso se aproximaba. Y efectivamente, le dio en un costado con una paraguas que la muchacha llevaba debajo del brazo. - ¡Ay! - dijo al notar la punta del paraguas clavarse en sus carnes. - ¿Qué? - dijo ella, que era un poco despistada. - Nada, nada.

- Tengo que decirte una cosa. - dijo ella. - El mes que viene me voy.
- ¿De vacaciones?
- No. Me voy a Zurich Kato. Regreso al hogar para casarme.
- ¿Para casarte?
- Para casarme.
- ¿Para casarte?
- Me parece que no te han examinado el oido lo suficiente.
- Pero, ¿Con quién? Y sobre todo, ¿Por qué?
- Es alguien que conocí el año pasado en Marienbad, cuando estuve de vacaciones Santillana. Nos enamoramos enseguida y ahora vamos a dar el paso.
- ¿Qué paso?
- ¿Qué pasó?
- No, ¿Qué paso?, sin acento en la o.
- Ah. El paso de casarnos.
El hombre de fuego volvió la cara para que ella no lo viera llorar.
- ¡¡¡¡¡¡¡Buaaaaaaaaaa!!!!!!! - gritó, haciendo inútil el esfuerzo de volver el rostro.
- Siento que te lo tomes así. Había traído la baraja francesa para echar unas partidas, pero supongo que ya no te apetece...
- ¡¡¡¡¡Buaaaaaaa!!!!! - insistió el hombre de fuego. Y luego, estalló en llamas por última vez en su vida, ya que en esta ocasión, no volvió nunca mas a apagarse.

Un año despues de despedirse de su amada, el hombre de fuego, vivía ya sin la menor gana de hacer nada. Se pasaba el día y la noche ardiendo, sin mas. Con lo que ni el profesor Parmesan podía acercarse a su oreja, ni nadie podía acercarse a nada. Hasta que un día, una carta del ministerio de investigaciones raras, informó que no podían seguir haciendose cargo del caso y ordenó el exilio de el hombre de fuego a una de las cuevas del monte Peluzzo. Una crueldad como un camión, pero que en los cuentos populares, suele darse mucho.

Con la ayuda de Roko y Marcelus, recogieron las pocas cosas que el ardiente poseía y las trasladaron a la cueva. Luego, colocaron una cama y un sillón de piedra para que ehara allí sus buenos ratos, y, por último, en un detalle cantidad de bonito, le dejó Roko, apoyada en una esquinita de la pared, una foto de Sofía, en la que llevaba el puñetero paraguas con el que tantas veces le había pinchado el estómago.

Ah, qué guapa estaba en esa foto. Qué guapa. Asi se hubiera pasado los años el hombre de fuego contemplando a su amada, si no fuera porque un día, una maldita brisa asquerosa a mas no poder, penetró furtivamente en la cueva tumbando boca abajo en el suelo, la foto de la gachí del paraguas.

Pobre. Pobre hombre de fuego. El único recuerdo de su amada, tumbado boca abajo en el suelo. ¿Qué hacer ante semejante situación? ¿Intentar ponerlo en pie y arriesgarse a que la foto ardiera por los cuatro costados, de los cuales, al ser una foto, dos de ellos eran extremadamente finos? O dejarla donde estaba y confiar en su memoría para recordarla resignándose a no poder contemplarla nunca mas.

Y tratando de decidir cuál era la mejor opción, dejó el hombre de fuego pasar un año tras otro, y luego otro y otro, hasta que ya nadie, ni él mismo, se acordaba de él. vaya tela de final para esta historia.

 Cogerlo ahí

Saturday, May 24, 2014

Dejadnos, por un ratito, disfrutrar de ser españoles

LLegó el día. Hoy madrí y atleti, entonan el solo puede quedar uno. Medio país está pendiente de quién será esta noche el campeón de Europa, mientras el otro medio intenta, sin conseguirlo en muchos casos, mantenerse al margen de la cosa esa del fútbol, que nunca ha entendido ni entenderá, pero que a tanta gente empuja a decir aquello de "yo no soy muy futbolero, pero este partido lo voy a ver". Y es que en tiempos en los que el circo huele a rancio, y los gladiadores se ven solo a través de una pantalla, el deporte del balón, es, le pese a quien le pese, el mayor espectáculo del mundo. Y ya sé que las cosas no están para darle importancia a un partido de fútbol. Que maldito el dinero que se gaste nadie en desplazamientos, entradas, pisco labis, fiestas, o lo que sea que arrastre este evento, cuando hay gente muriéndose de hambre y niños que se quedan en la calle. Lo sé. Pero si todos miramos, todos los días, para otro lado, porque lo hacemos, amigos míos, no nos cebemos en el que mira al fútbol, solo porque pensemos que mirar un libro, hace que nuestro pasotismo e impasividad ante los problemas de los demás, parezca menos flagrante.

Y hecha esta defensa, nada disimulada de una de mis pasiones menores, no puedo dejar pasar la ocasión de hacer una petición a nuestros queridos gobernantes. Algo muy sencillo. Muy simple. Pero que me parece de vital importancia. Y cuando digo gobernantes no me refiero solo a los que están gobernando ahora. Me refiero a los que están, los que estuvieron, y los que sean que vayan a estar luego, porque en un estadio donde caben 65000 almas, de las cuales, solo 34000 serán aficionados, según decidió la Uefa, caben muchos carotas y vividores, ¿no? Bueno, pues a estos señores, les pido, por favor, que se queden en su casa. Es decir, NO VAYAN. Por favor. Porque por una vez, y durante un par de horas, queremos olvidarnos de lo triste que resulta, ahora mismo ser español. De la pesadumbre que arrastramos día tras día, viendo un país hundiéndose, una corrupción insoportable, una justicia mas ciega de la cuenta, manos atadas en gente que quiere ayudar, manos libres en gente que quiere robar y todas esas miserias que ya conocemos y que no quiero repetir.

Por favor, hoy no quiero estar disfrutando del gozo de ver a dos equipos españoles disputar el máximo honor deportivo, a nivel de clubes, que hay en el mundo, (Sí, en el mundo, que lo discuta un brasileño si se atreve), y que, en un irreflexivo acto del realizador, me pongan por delante la cara de uno de ustedes, recordándome que, en el fondo, no tengo ningún motivo para sonreir. Dejénme por una vez, disfrutar de ser español, sin recordar que hay gente que debería estar ante un tribunal en lugar de estar saltando en una grada. Gente que no responde a preguntas que debería estar obligada a responder. Gente que puede llevarse por delante la moto de un policía, y al policía si lo pilla, te digo yo que tambien se lo lleva, sin que le pase luego absolutamente nada. Gente que ha vivido, vive, y vivirá, sean de los colores que sean, (la izquierda y la derecha, en este país, solo significan algo si bailas la yenka), para sí mismos y no para el pueblo.

Gente que si tuviera verguenza, hoy se escondería y nos dejaría disfrutar a los españoles de un éxito en el que ellos no tienen nada que ver. Porque si lo tuvieran, ya habrían vendido hasta la silla del cuarto árbitro.

Yo no soy muy futbolero, pero el partido de esta noche lo voy a ver. Así que, por favor, señores políticos y demás vividores. NO VAYAN.

Y recordad que mañana se vota. A ver qué pasa.


Wednesday, May 21, 2014

Memorias de un hijo del levante. Capítulo 17 "Comunión"

El sábado hizo la comunión mi sobrino Serafín. Y no os quiero contar la que se lió. Yo no sé cómo me las apaño que na mas que me rodeo de majaras y trapisondistas. En serio. Porque si no, no se explica que siempre ande metido en los líos en los que me meto. Pero bueno.

Yo, por mi gusto, no hubiera ido, porque aunque soy muy fan de Jesús el Cristo, el tema de comérselo y beberse su sangre, no lo termino de entender. ¿Me estás diciendo que para ser un buen católico, me tengo que papear a Cristo como si fuera Hannibal Lécter? ¿Y luego, para no engolliparme, beberme su sangre? Pues yo eso no lo veo, qué quereis que os diga. Y ya sé, porque me lo ha explicado el cura que se parece a Mr. Bean, que no es la carne de Cristo ni su sangre de verdad, (pobrecito, despues de tantos años, poca chicha iba a quedar pa hacer galletas), sino que es una cosa simbólica, a base de obleas de beckelaer y tinto de la casa. Pero la idea es la misma. Un niño comiendose a Cristo y bebiendo su sangre. En plan macabro. Te digo yo que en vez de ir de blanco nuclear, las niñas deberían ir vestidas como las hijas de zapatero cuando fueron a casa de Obama a merendar.

Pero mi hermano se empeñó en que fuera porque decía que era un día importante para la familia y que teniamos que estar todos y no se qué. Y que luego ibamos a ir a almorzar a los salones pajarito y a bailar paquito el chocolatero y que lo ibamos a pasar pirata. Y yo le dije que sí porque no quiero conflictos familiares, pero a mí eso de almorzar en los salones pajarito, bailar paquito el chocolatero y pasarlo pirata, me da mas miedo que echarle un pulso a Freddy Krueger. No sé si me explico. Porque ya en la boda de mi hermano me sentaron en una mesa con un montón de gente rara que yo no conocía de ná y que na mas que hacían de contarme su vida y venga de ja, ja y de ji, ji. Y luego cuando le partí a uno una botella de peñascal en la cabeza, porque ya no podía con el sonido de loro turco que despedía su voz, va mi hermano y se enfada y me dice que he metío la pata y que no se qué y que no se cuanto. Y que si deja ya de meter el dedo en el merengue de la tarta que está feo. Y yo le dije que mas feo estaba el gorro que se había puesto su suegra que parecía la tapaera un retrete, y todavía se enfadó mas. Una cosa mala. Y luego, cuando empieza el baile, y me voy para una esquinita para quedarme tranquilo y que la gente no me de la lata, llega uno por detrás y me trinca por la cintura diciendo que vamos a hacer la conga. Y yo hago lo único que se puede hacer en una situación como esa. Le meto un cabezazo y dos patás en los riñones mientras le aclaro que me debe haber confundido con Jorge Javier Vazquez, porque a mí no me gusta hacer la conga con tíos.
Bueno, pues tambien se enfadaron por eso. Conque no sé por qué me tienen que invitar ahora a la comunión del niño.

El caso es que no pude librarme y el sábado me planté en la iglesia vestido como yo creo que hay que ir a las comuniones, con un hábito como los que llevaban los santos apóstoles en la historia mas grande jamás contada. Pero como no había podido encontrar ninguno porque en el corte inglés no los venden, me compré lo más parecido que pude encontrar. Un disfraz de Obi Wan kenobi, que vendían en el chino, y que daba bastante bien el pego, si pasabas por alto el detalle de la espada laser, (que antes se decía de luz), que llevaba colgando del cinto y que tenía una parte de plastiquete verde que brillaba y hacía "zum, zum", si le ponías pilas, que las tuve que poner yo porque en la caja ponía "no incluidas". Y na mas que os digo que era yo el único que iba vestido así. Los demas iban todos con chaqueta, corbata, camisas de esas de Bruce Lee, sin parte del pescueso. ¡¡¡¡Illo, que la gente no iba así en los tiempos de Jesús el cristo!!!! Pos nada.

Y el remate ya fue los niños. Cuando me los veo entrá vestidos de blanco, como si fueran Sergio Ramos, o con la chaquetita azul marino, como si fueran Sergio Ramos con chaquetita azul marino... vaya tela. Y entonces, el acabose. Un chaval vestido como el pato donald. ¡¡¡eso qué es!!!! grité yo. ¡¡¡Al chaval ese lo han vestío de pato donald!!! y me dice uno con bigote que había al lao mía, "que no, hombre, que va vestío de marinerito" y como yo no le había pedido su opinión, para dejarle claro que no me interesaba lo que tuviera que decirme, saqué la espada laser, (que antes se decía de luz) y le hice, Zum, zum. Y luego salí corriendo hacia donde estaban los niños al grito de "Las cosas si se hacen, se hacen bien" y si no me llega a interceptar un tío que era mas grande que Bud spencer mirándose a un espejo de esos de aumento de la feria, pongo orden yo allí mismo.

"¿Qué hace loco?" me dice el Bud Spencer. "Poner orden, Bud", le dije yo. "Orden te voy a dar yo a ti" me dice él de nuevo. Y yo, viendo que la cosa estaba pasando de mantecosa a tomatosa, decido, en un alarde de paciencia, explicarle el tema. "Si es que el niño ese va vestío de pato donald, pero va malamente, porque el pato donald lleva camiseta pero no lleva pantalones. Conque me he dicho, vamos a quitarle los pantalones al niño..." y ahí ya fue donde empezaron a lloverme tortas, puñetazos, botellazos, cabezazos.... Y al otro día me desperté en el Punta Europa. Ahora, lo que es yo, no vuelvo a ir a una comunión en mi vida. 

Chucky resucitao, por mi pare.

Thursday, May 15, 2014

Memorias de un hijo del Levante. Capítulo 16 "Largarto"

Los peligros que acechan al hombre, (y no ya al hombre, ¡Al ser humano, incluso!), son muchas veces insospechados. Se cree uno que está tranquilo y tiene al funcionario de la guadaña haciendo guardia en la puerta pa llevarte al valle del silencio mas rápido que ligero.  Hay que tener mas cuidao que maquillando cangrejos. Fite tú que el otro día estaba yo en el portal vigilando los buzones, porque me había dado la sensación de que por la noche, alguien los cambiaba de sitio, cuando entró mi vecino Amaro, con un amigo suyo con bigote y venían contando no se qué de uno que le había comprao a su hijo una tortuga en zooflor, cuando era chico, y como en verano se fueron dos semanas a Marina Dor, ciudad de vacaciones, lo echaron por el roca pabajo y luego, diecisai años despues, se encontraron unos poceros la tortuga, en una alcantarilla de la reconquista, y media metro sesenta y pesaba ochenta quilos. Y a uno le arrancó el brazo del reloj y ya no ha vuelto a llegar a tiempo a ningún sitio. Y por lo visto era un casio PT100, que no te creas que se lo dieron con el cola cao. Y entonces le dijo Amaro, "Pos yo he escuchao que en las alcantarillas, por la parte del rinconcillo, han visto un largarto" Y ahí ya se me soltó el punto del pipi. Porque yo no sé lo que es un largarto, pero por el nombre debe ser como un lagarto, pero rebirao. Y seguro que es peligroso de cojones, como el que se jaló al capitán Garcios, de Peter Pan. Y al rato ya tenía hambre otra vez, el hijo la gran puta.
Conque me acerqué a Amaro y le dije, "¡El largarto! ¡El largarto! ¡Nuevos horrores para tiempos oscuros!" y me eché a corré.

Esa noche no dormí. Ni cagué. Porque na mas que pensar que esté yo soltando lastre y asome el hocico el largarto por el roca y me pegue un bocao nalguístico, me muero del miedo. Conque al día siguiente, me levanté muerto sueño y con una urgencia de evacuación tripística que riete tú de cuando en la aldea del Rocio dice la gente, vamos padentro y no hay quien mantenga a la peña detrás de la valla. Así que me bajé al bar de Emilio, donde encontré gran Alivio. Solo que Emilio no tenía papé y me tuve que limpiá con el marca.

Pero lo mas importante del asunto era que si quería dormir tranquilo, tenía que acabar yo mismo con el largarto, porque si esperaba a que el ayuntamiento hiciera algo al respecto, me quedo esperando. Porque en el dos mil ocho, nos dijeron que iban a arreglar la acera de atrás y todavía no han podido venir, conque eso debe ser que tienen trabajo acumulao y no dan abasto. Ni abasto ni a espadas.

Lo primero que tenía que hacer era aprender cómo se mataba un largarto, conque me fui a la clínica veterinaria, las dos patitas, que está cerca de mi casa y le pregunté a la muchacha que pincha a los perros. - Muchacha que pincha a los perros, ¿Cómo es que se mata un largarto?
- ¿Un lagarto? - me dijo ella sin dejar de pinchar perros.
- ¡¡¡¡Nooooo!!!! - dije yo tratando, según yo lo veo con bastante éxito, de mantener la calma. - ¡¡¡¡Un largarto, un largarto!!!!
- Es que se dice Lagarto.
-¡Este nooooo! ¡Este está bajo las alcantarillas esperando que venga uno con reloj!!!!!
Y entonces la muchacha que pincha a los perros hizo algo totalmente inexplicable. Llamó a la policia.
Y cuando aparece la patrulla me dicen que por favor les explique lo que me pasa, y yo les digo que hay que acabar con el largarto antes de que deje a uno sin el brazo del reloj. Y ellos que se miran y me dicen, "Usted no será ese que es paciente del Doctor Rivera que siempre está liando la grande, ¿no?" y es que se gana uno la fama, mas rápido que ligero. Y de forma totalmente injustificada, picha. Pero como quiera que me vieron nervioso, se dejaron de tonterías y optaron por asesorarme, sabedores que cualquier día se podían ver enfrentados a eso que llamaban el largarto. "Al lagarto de Jaén lo reventaron como los triki trakes" dijo uno de ellos. "Pero esto no es un lagarto, es un larrrrrrrrrgarrrrrrrrtoooooo" dije yo. "Pero es lo mismo, hombre, lo que vale pa uno, vale pa otro" Y la verdad es que tenía razón.

Así que me fui en busca de triki trakes pa reventá al largarto, con el problema de que yo no tenía ni idea de qué eran los triki trakes tampoco, conque me fui a preguntar a mi amigo Tenorio, que pa estas cosas es un fenómeno. Y tal y como le cuento la historia, se le cambia la cara. "Creemos que vivimos seguros y no es así", dijo. Y luego añadió, "El largarto". y yo le dije, "aro, aro" y entonces miró en inernet para ver qué eran los triki trakes y resulta que eran galletas con chispitas de chocolá, como las chisaojis. Vamos, como los de la foto.



Se ve que a los largartos, las galletas con chocolá no les caen guenas y se mueren. Las cosas de la naturaleza que uno desconoce. Pero el caso es que como yo eso de los triki trakes no tuve cojones de encontrarlo ni en el mercadona ni el eroskis, ni en el coviran de los chinos, compré unas que eran de la marca, golosín, y las dejé abiertas en la alcantarilla del aparcamiento del bar los pulpos, pa que se las comiera el largarto y reventara.

una semana despues fui, y ya no estaban las galletas. ¿Habrá reventao el largarto? ¡Cómo saberlo! Igual me tenía que haber quedado allí al liquindoile como si fuera Frank de la jungla, pero yo pa esas cosas de lo que es tener paciencia, no valgo, conque tendré que arriesgarme.

Eso sí, a Emilio le he bajao dos rollos de papel de ojete pal bar porque yo en casa no hago de vientre mas.

El muy largarto, seguro que se está cachondeando de tos nosotros...

Wednesday, May 14, 2014

"Malditos Vecinos" - A metro y medio de la meta

Hay dos cosas que tengo claras despues de ver esta película. Lo que querían conseguir. Y que no lo han conseguido.

Yo soy un gran fan de la nueva comedia que se viene haciendo en los últimos diez/doce años en Estados Unidos, a raiz de la aparición del llamado "Frat Pack", fundado en su día por los Wilson, Stiller, Ferrell y Vaughn, al que luego se les fueron uniendo los Carell, Rogen, Hill y compañía. Auspiciados por cineastas con ganas de hacer cosas nuevas y de calidad como Judd Appatow, Gregg Mottola o Adam McKay, fueron, bajo mi punto de vista, señalando un camino que luego han seguido muchos.

Uno de los mas prometedores es Nicholas Stoller, quien nos dejara la excelente "Paso de ti" y su posterior spin off, "Todo sobre mi desmadre" (vaya horror de traducción de títulos, por cierto), y que ahora firma este "Malditos vecinos" que pretende ser una disparatada, pero inteligente, comedia sobre el enfrentamiento entre los que no piensan en el mañana, escudados en su joven edad, y en los que empiezan a enfrentarse al hecho de que tarde o temprano tendrán que aceptar, que el mañana ya es hoy. Lo que se traduce en una pareja joven que acaba de tener su primer hijo y una hipermolesta fraternidad, enfrentadas en lo que debiera haber sido una desternillante y desquiciada guerra vecinal.

El problema del film, que tiene todos los ingredientes necesarios para alcanzar su objetivo, con un reparto casi impecable, (lo siento, pero yo no soy de los que creen que Zac Efron tenga el nivel necesario para este tipo de comedia), una dirección correctísima, secundarios muy potables y algún que otro gag bueno, es que no da la talla donde mas falta hace que la dé. Justo cuando la historia está pidiendo a gritos que los personajes traspasen esa linea que separa lo mas o menos lógico o normal, de la locura, el caos y la anarquía absoluta, (podrían verse unas cuantas pelis de Frank Oz para aprender sobre el tema), se queda a metro y medio de la meta, dando mas cancha al show personal del protagonista, Seth Rogen, que una vez mas, y en la vieja tradición de Billy Crystal o Robin Williams, impone su personalidad sobre la del personaje, y a un festival de chistes groseros, que terminan cansando un poco.

Una pena, porque la película daba para mucho, pero que mucho mas.

¿Qué hacemos nosotros trabajando con el chufla este?

"3 días para matar" - Para matar el tiempo, será.

Películas chorras de acción que no aportan nada nuevo, no ya al cine, ni siquiera al género, y que no buscan mas que entretener un rato al espectador, ha habido siempre, y supongo que las seguirá habiendo. Unas mas aceptables que otras, y alguna para tirarla directamente a la basura. Esta no es de las peores, ni mucho menos. Y si uno fuera capaz de poder verla sin haber visto primero las mil doscientas películas parecidas que un servidor lleva vistas, igual hasta podría llegar a apreciar su supuesta elegancia, su ritmo, su intento de tono socarrón y sus mal disimulados homenajes. Pero la realidad es que llevo vistas esas mil doscientas pelis de las que he hablado y el resultado es que no veo nada de lo anterior, sino una dirección aturullada, un ritmo estandar, chistes absurdos y poco sutiles, y un desperdicio total y absoluto de lo único realmente bueno que tiene esta película, un Kevin Costner, que no solo ha crecido, y mucho, como actor, sino que ha sabido, (o ha tenido la suerte de), convertirse en un icono, haciendo que su sola presencia, ya sea, por sí misma, el personaje. Una pena teniendo en cuenta, como ya digo, que el film desaprovecha esta circunstancia.

Por lo demas, la típica película del tío que quiere dejar de matar pero no puede, que quiere reencontrarse con su hija pero ella no se lo pone fácil y todos esos pum, bang, y boom, que ya hemos visto cientos de veces.

Pero si no eres muy exigente, teniendo en cuenta el buen momento de su estrella protagonista, puedes pasar un rato entretenido.

No tiene guasa la rubia...

Trabajos de amor, perdiditos del tó. Capítulo 2 "Amor acuático"

El día que Helenito se echó a la mar, no lo hizo porque sí. Lo hizo porque su. Porque su padre lo había obligado. Tras veinte años haciendo el vago a diestro y siniestro, mas a siniestro que a diestro, porque la verdad es que los toros no le iban mucho, su progenitor, que de nombre le decían Rigoberto, y de apellido no, entró en su habitación con la escopeta y dijo, "o te embarcas, o te embarco" y de ahí no hubo quien lo sacara. - Pero Padre, esas no son maneras. - dijo Helenito. - Pum, pum - dijo su padre. A lo que el joven solo pudo añadir, - Ahí llevas razón. - Y salió corriendo al muelle a embarcarse en el primer carguero que saliera para algún sitio.

Nada mas llegar al puerto, lo primero que notó Helenito, fue mucha, pero que mucha humedad. Y es que tan rápido iba y con tanto ímpetu se había lanzado en su afán por embarcarse, que se había pasado de largo y se había caído al agua. Afortunadamente para él, un marinero experimentado, lo sacó con un bichero. Luego lo observó durante seis minutos y medio, y despues intentó meterlo en un cubito con agua que tenía junto a sus pies por si cobraba alguna pieza que mereciera la pena. Pero como quiera que Helenito, ni merecía la pena, ni se dejaba encubar, terminó el buen hombre por desistir y arrojarlo junto a unas redes, donde el chico se quedó dormidito, extenuado por la experiencia.

- Vaya tela marinera - dijo alguien que pasaba por allí, acuñando una expresión que con el tiempo se convertiría en popular.

Al despertar, Helenito, estaba ya embarcado en el carguero "Virgen Del Corto Amparo", sin que jamás se haya sabido cómo ocurriera tal cosa, porque nadie jamás lo ha explicado. Pero embarcado, estaba. Y tan contento que se puso.

- ¿Ya estás despierto, grumete? - dijo uno con pinta de oficial etrusco.
- Helenito me llamo. - contestó Helenito pensando absurdamente que al otro le importaba tal cosa.
- Anda y coge la fregona que esta cubierta no se va a fregar sola.
- Pues bien práctica que sería si lo hiciera.
Y la verdad es que eso el etrusco no se lo pudo discutir.

Qué vida tan feliz llevaba Helenito en el barco. Ahora fregaba, ahora pelaba patatas, ahora echaba los hígados por la borda, porque se mareaba mas que un campero echando números. Ahora pelaba mas patatas porque había calculado mal, y se había quedado corto. Las cosas de la mar, que son la mar de divertidas.

Y así de happy hubiera seguido si no hubiera sido porque tras escalar en un atolón de la parte de abajo de Sumatra por donde el río, dieron con un grupo de sirenas que venían de la feria de muestras de Borneo, donde cada año se celebra, a veces en septiembre, y a veces tambien, el famoso Borneo Cinco naciones de futbol sala. Una cosa linda de ver. Y como Helenito no había visto en su vida mas sirena que la de la policía, y no en pocas ocasiones, por cierto, se asomó a charlar con ellas. Con la mala suerte de que se quedó prendado de una, llamada Linólea.

- Oh, fermosa. - Dijo el muy cretino. - Fermosa criatura. - insistió. - ¿Cómo es que dices que te llamas?
- Linólea. - dijo ella confirmando lo anteriormente dicho en este relato. 
- Qué fermosa eres, Linólea. - volvió a decir Helenito, poniéndose ya pesado. - El nombre es feo de cojones, pero tú eres fermosa cual amanecer en Pittsburg.
Y cabe aclarar en este punto de la narración, que si bien los amaneceres de Pittsburg, no son especialmente hermosos, cada uno tiene sus gustos, y su propia escala de valores.

Linólea no entró, en principio, al trapo de las insinuasiones (quizás excesivamente sutiles) de Helenito, con respecto a sus intenciones amorosas. A pesar de que él se asomaba, de vez en cuando, a la borda y decía
 - Estaba yo pensando en pedirle matrimonio a una sirena un día de estos. Solo que tengo el gusto yo de que se llame Linólea de nombre. A ver si conozco a alguna. - Y luego se quedaba esperando por si ella sumaba dos y dos. Pero al final, tras consultarlo con varias amigas y un número atrasado del cosmopolitan, decidió responder al cortejo del marino.

- Oye. - le dijo. - El de fermosa.
- ¿Quién yo?
- Sí, tú.
- ¿Qué?
- Que si estás buscando una sirena que se llame Linólea para casarte, que yo me llamo así y estoy disponible.
Y del alegrón que se pegó Helenito, se subió a hombros del segundo oficial que pasaba por allí, y que reaccionó de la única forma posible en un caso como este. Dándole seis mil doscientos latigazos. Los veinte últimos con las llaves de la bodega amarradas a la punta del látigo.

Pero a Helenito le daba igual. Iba a casarse con el gran amor de su vida. Serían felices y tendrían muchos hijos. Aún tenía que averiguar cómo. Pero los tendrían. Y al primero de ellos le pondría Nick Nolte, que era un capricho que él tenía desde chico. Solo quedaba hablar con el capitán para ver si quería oficiar la boda y aceptar a Linólea a bordo.

- ¿Tú quién eres? - dijo el capitán al oir las peticiones de Helenito.
- Helenito, el nuevo.
- No te conozco de nada.
- Le preparo y sirvo la comida todos los días.
- Y ya te he perdonado por eso, pero sigo sin saber quién eres. ¿Dónde te uniste a nosotros?
- En el barco.
- ¿En qué barco?
- En este.
- Ah, ya. Helenito, sí.
- Exacto.
- Pues hay un problema, Helenito. Yo casaros os caso, pero las sirenas necesitan agua para vivir, y yo no estoy dispuesto a montar un acuario a bordo.
- Pues me tiro yo al agua ahora mismo.
- ¡Pero tú no puedes vivir en el agua, loco!
- ¡Que no de qué!
Y sin pensárselo dos veces, se tiró de cabeza.

Y mas vale que se lo hubiera pensado, no dos, sino tres, y hasta cuatro. Porque no habían pasado ni seis horas y ya se había arrepentido.

- Ay, Linólea. Qué húmeda y que líquida está el agua.
- Te quejas por todo, amor mío. ¿Es que ya no me amas?
- Te amo, te amo.
- Entonces, no te quejes mas. Que estando a mi lado, ya debes estar contento.
Y para demostrar que así era, intentó el buen hombre sonreir todo lo que pudo. Pero como quiera que tenía los labios arrugados y blancos como el cogote de un fantasma, parecía que estaba tocando el acordeon.
- ¡Ay! - dijo Linólea, de repente. No me había dado cuenta. Va a empezar mi serie favorita. CSI Atlántida. Vamos a verla.
- Vamos, vamos. Pero, ¿dónde?
- En mi casa. Está a solo tres kilómetros de aquí, en la falla catorce a mano derecha.
- ¡Pero eso está bajo el agua!
- ¡Y dónde quieres que esté! ¿En la charcutería del Eroski?
- Pero yo no puedo meterme bajo el agua una hora, ¡me ajogo, me ajogo!
- Bueno, pues quédate aqui mientras yo lo veo.
- No es que me haga mucha gracia, mi amor, pero supongo que en una pareja hay que hacer sacrificios. No tardes mucho, ¿vale?
- Nada. Solo el episodio nuevo, luego veo el que pongan repetido, y ya, si se hace tarde, me echo un rato y mañana nos vemos. ¡Hasta mañana, mi amor!
- Hasta mañana.

Y allí que se quedó Helenito chapoteando solito.

- Aquí cada vez hace mas frío. - dijo sobre las tres y media de la madrugada. - a ver si no ha sido buena idea lo de esta relación... Me cachis en la mar...

A ver si vuelve ya la gachí...



Tuesday, May 6, 2014

Memorías de un hijo del Levante. Capítulo 15 "canales"

Han quitao un montón de canales por la cara. Sin explicación ni ná. Y a mí me da igual porque yo la tele no la veo, pero mi vecino Amaro tenía un cabreo esta mañana que era pa cogerlo ahí. Porque por lo visto la culpa es del gobierno, que ha dicho que no se pueden tener tantos canales. Y han quitao el Nitros, el sexta tres y el de Dora la del explora, que era pa los chiquillos. ¡A los chiquillos no les quite el canal, hombre, que se aburren y pintan las paredes! Hay que ver el gobierno que na mas que inventa perrerías. Ahora quito un hospital, ahora quito un colegio, ahora quito canales de la tele. ¡Cualquier día le quitan las dietas a los pobres ministros! ¿Que no? A ver de qué van a vivir las criaturas. Entregaos a ayudar a los demas descuidando sus propios negocios y su familia. Y ahora les quieren quitar la paguita. Como si uno pudiera llegar a fin de mes con lo que gana un ministro. Qué poca verguenza. Pos ya verás tú como se la quitan.

Pos yo ya digo que a mí, lo de los canales, me da un poco igual, porque yo la tele no la veo, pero mi vecino Amaro dice que es una putada porque era donde ponían los programas buenos, de esos de gente que va mirando por los garajes a ver qué pueden vender, o del tío del monte de piedad que es como un gitano americano y que trabaja con los dos hijos. Uno que por lo visto llegas tú a venderle algo y el tío te lo porfía. Y no te creas tú que la gente que va alli a vender cosas es como tú y como yo, no. Que son chusma encanallada, american edition. Que le dice el tío que en vez de doscientos, le da cincuenta y le saca el otro una recortá y junta allí lo mas grande. Como el que quería vender el loro y decía, quiero quinientos dolllars por el loro, y el tío que dice que le da veinte macarenos, y el otro, "por veinte, cojo el loro y lo estrello en el suelo" y dice el loro "arreglarse, hombre, arreglarse" Una cosa mala.

Otro programa que salía era el del jefe enfoscao. Que es uno donde convencían a uno de traje pa que se vistiera como si fuera el domingo a lavar el coche y se hiciera pasar por uno que entra nuevo a trabajar y morder todos los problemas que tiene la empresa aprovechando que los empleaos no saben que es el jefe el que está al linquindoi. Otra cosa mala. Que se mete el dueño de salazones Moreno en la cadena de envasado y le dice el de al lao. "No vea el par de cuernos que tiene el jefe. tenía que reventá como el lagarto de Jaén" y luego cuando termina el programa lo manda llamar a su despacho y le dice, "¿Cómo era lo del lagarto?" y el otro que se ve corralao, dice "yo dije que no vea como se parte los cuernos el jefe por la empresa que cualquier día revienta como el lagarto de Jaén. Lo que pasa es que tengo una mella, se me metió el viento entre los dientes y sonó lo que no era" Y luego el jefe le regala un viaje a Benidorm. Pero te digo yo a ti que en volviendo de Benidorm, lo pone firme.

De todas formas yo prefiero que quiten todos los canales que puedan, porque mi amigo Tenorio es muy de ver la tele y luego le crecen ideas en la chorla y solo se le quitan a palos. Como cuando vio la serie esa de Breaking Bad y le dio por cocinar meta anfetaminas en su casa pa hacerse creso y retirarse a valle del Jerte. Solo que como sabe de química lo mismo que Urdangarín de verguenza, lo que hizo fue echar una caja entera de gelocatiles en un cazo, con mayonesa, un puñao de chiquilin ositos y media caja de juanolas. Lo tuvo tres horas y media a fuego lento, luego lo congeló, lo bañó en queso cheddar y se lo dió a probar a tres yonkis que había conocido en la feria. "El primero lo damos de gratis" me dijo, "y luego ya se lo cobramos a doscientos euros la chirla" Pero como se envenenaron los tres y terminaron en el punta Europa, ya  no volvieron por mas. Una pena de negocio, la verdad.

Pero bueno. La cosa es que han quitao los canales y la gente está tela de quemá con el asunto. Yo lo que le he dicho a Amaro es que cuando no le guste lo que haya en la tele, haga lo que yo. Que se vaya a dar un paseo. Claro que como dependa de telecinco, le queda que caminar al pobre mas que a Spiderman por el desierto.

 A mí me vas a quitar tú de la tele...

Trabajos de amor, perdiditos del tó. Capítulo 1 "Amor marciano"



Podría decir, y de hecho, lo digo, que todo empezó la pasada primavera. Yo acababa de terminar el retrato de Doña Enriqueta. Un cuadro de encargo, que por cierto no cobré por una absurda diferencia de criterios. Doña Enriqueta aseguraba que aquel señor con barba y parche en el ojo que aparecía en el retrato no se parecía a ella en nada mientras que yo afirmaba que entre dos gotas de agua hubiese sido más sencillo distinguir. Pero como el cliente siempre tiene la razón, y en este caso, además, una escopeta de dos cañones heredada, de su difunto marido, decidí dar por perdido el trabajo y no volver por esa casa.  

Y fue sumido en estos pensamientos que me eché a la calle frustrado como solo sabe frustrarse un artista, maldiciendo mil veces mi suerte y otras mil doscientas, más o menos, mi sino, y es que a mi sino siempre le he tenido más ganas que a mi suerte.  Y entonces, justo en medio de un mecachis, y aún a punto de lanzar un hay que ver,  me la topé de frente. Bella y hermosa cual venus afrodita, luminosa cual faro de Alejandría, elegante y sofisticada cual princesa de cuento de hadas y media docena más de cuales, de los cuales, a cada cual más sublime. Casi no me salían las palabras de la boca ya que el corazón, que se había abierto paso hasta la misma para asomarse a contemplar tal belleza, les estorbaba el camino.

-       - Oh, perdón, señora mía. – dije. – Confío en no haberla dañado al chocar con tan delicado brazo. Permita Dios que viva el tiempo suficiente para pagarlo en sufrimiento, de ser así.
-       - No pasa “ná” – dijo ella con un inigualable susurro ronco que envolvió mis sentidos.
Y luego me estornudó encima.

Era tan bella y tan delicada… Con su metro noventa y ocho, su desproporcionada testa y su hermosa melena rubia, oscura como la noche. Mirándome desde las alturas, con un ojo apuntando al centro de su descomunal nariz, y el otro también, aleteó coquetuela sus pestañas mientras mostraba, sonriente, la más hermosa colección de mellas, que hubiera visto en mi vida. Así de sublime era.
-Oh, gentil dama.- dije arrojándome al ruedo. - ¿No quisierais hacerme el hombre más feliz del mundo aceptándome una taza de café o de cualquier infusión de su agrado en Casa Paco, que no queda lejos, y, cuando no está la mujer del dueño, me fían?
Ella se ruborizó y sonriendo bobaliconamente dejó escapar un angelical, -“Anda mi mare, ¿qué ice?” Y de un manotazo me cambió de acera. La chica tenía esas cosas.
Mientras se alejaba, me apresuré a preguntar su nombre espoleado por el temor a no volver a saber de ella y por la urgencia que exigía el cada vez más evidente hinchazón del labio superior que amenazaba con impactar de manera inminente con el inferior, impidiendo, desde ese momento, la articulación de vocablo alguno.
-       - Marciana, me llamo. – dijo mientras soltaba una indescriptible carcajada que hizo volverse a no menos de media docena de viandantes al grito de Horror, el coco.

Ah, Marciana, amada mía. Aquel día ya no hice otra cosa que pensar en ella. No pinté, no dormí, no comí, porque tenía el labio hinchado y cada bocado era como lamer brasas ardientes, pero no comí al fin y al cabo. Marciana, Marciana. Qué glorioso nombre para tan gloriosa criatura. Leonor también es bonito. Y Amparo tiene su cosa. Pero Marciana… Marciana era perfecto.
Tenía que buscarla y la busqué. Tenía que encontrarla y no la encontré. Yo es que siempre he sido eficaz solo al cincuenta por ciento.
Qué primavera más amarga, qué verano más aciago.  Buscándola por todas partes, no encontrando quien de ella me diera pista alguna, paseando mi pena por las avenidas, a las idas y a las venidas.
Acudiendo cada tarde a la calle en la que nos conocimos por si el destino quería volver a unirnos. Llamándola por doquier, por si antojársele al caprichoso viento, llevar mi llamada a mi amada, quisiera.
- Marciana, marciana. Decía yo con voz suave.
- Imbécil . Me dijo una mujer con sombrero de fieltro negro y paraguas amarillo.
- Marciana. Insistía yo.
- Imbécil. Insistía ella.
Y así echábamos la tarde la mar de a gusto los dos.

Qué verano más aciago. Qué aciago, ¡Aciago!
Hacia agosto, una tarde en la que la esperanza ya no compartía mi camino, quiso la suerte burlona llevarme hasta una imagen suya que en un cartel relucía. ¿Era Marciana una artista? ¿O quizás anunciaba pastillas para la tos? No. Nada de pastillas. Era el cartel de un circo. ¡Un circo! Marciana era artista circense. Circense, pero artista. ¡Una artista, como yo! No era posible. ¿No sería acaso que mis ojos me engañaban? ¿Podría ser quizás todo producto de mi imaginación? ¿Era goma de mascar lo que acababa de pisar?
Me acerqué al cartel por si el verla posando en él no fuese más que fruto de mi obsesión por encontrarla, o producto de que la mujer del dueño de Casa Paco no hubiese estado aquella mañana. ¿Acaso no ha acaecido en otros casos de arrebatada pasión que un amante no veía más que el rostro de su amada por doquier? Mi primo Angelín, sin ir más lejos, tuvo una noche de amor con una máquina compactadora en el almacén donde trabajaba, jurando y perjurando al día siguiente que no era sino a su amada Rosalía a quien le habían visto besando con pasión.
Pero el destino me era propicio por una vez. No era ningún ardid de mi mente que buscara jugarme una mala pasada, no. Era la más hermosa de las realidades que se mostraba ante mí como al astrónomo se le muestra cada noche la bella luna lunera. “Marciana, la mujer barbuda”, rezaba aquel bendito cartel. Misteriosa leyenda que no dejaba la más mínima pista acerca de la naturaleza del número con el que mi amada regalaba cada noche al grupo de afortunados espectadores que el Gran Circo Teliri reunía para cada función, gracias, sin lugar a dudas, a sus encantos. Yo no cabía en mí de gozo, y de papas con choco por culpa, como ya he señalado antes, de la ausencia de la mujer del dueño de Casa Paco.

Ahora lo tenía claro. Era goma de mascar lo que había pisado.

Con el ramo de flores más grande que pude obtener sin llamar la atención del dueño de la floristería, corrí a verla esa misma tarde al  Gran Circo Teliri, sito en la explanada de la estación, donde aficionados al circo y viajeros, se entremezclaban en alegre comunión. Y allí estaba ella, en una hermosa jaula que debía ser de oro, como corresponde a tan linda ave del paraíso, si bien parecía más bien de hierro colado.  Junto a ella, un mono vestido de futbolista trataba inútilmente de abrir un coco a cabezazos. Qué fascinante el mundo del circo.

“¡Clang!” hizo mi cabeza contra los barrotes haciendo añicos, nunca mejor dicho, de golpe, mi efímera ilusión de que el amor me permitiría atravesarlos.
-       - Ay, que gorpe sa dao. – dijo ella con su encanto habitual. – Qué tío más bruto. A poco no se junta la frente con la nuca.
-       - Marciana, mi amor. – dije emocionado al verla, - aquí te traigo una flor. Y otras siete más, también de vivo color.
-       - ¿Pa mí? – dijo ella avergonzada. - ¿Tú tá jeguro?
-       - ¿Acaso no estás acostumbrada, mi amada, a que te persigan los hombres con flores?
-       - Con flore, no. Con antorchas, horcas de labranza…
-       - Olvida el pasado, pues aquí estoy yo, dispuesto a ofrecerte mi corazón y una vida de felicidad a mi lado. Un castillo, quizás, a las afueras, con un enorme foso de aguas cristalinas y muchas, muchas almenas desde las que escaldar a las visitas latosas o un pequeño pisito en el centro, cerca de la boca del metro, donde podamos vivir juntos nuestra felicidad y criar un número par de chiquillos, que es lo más práctico a la hora de aprovechar las literas. Un castillo de enormes jardines, o un piso de dos dormitorios, cocina y baño. Elige tú, vida mía, a mí lo mismo me da, pues de todas formas no puedo pagar ninguno de los dos.
-       - ¿Un castillo? ¿literas? – decía ella abrumada por el momento. – Ay, que el gorpe lo ha dejao tonto al hombre este.
-       - ¿No te gustan las literas? No hay problema. Olvidemos las literas, mejor una cama grande donde puedan dormir todos. Juntitos como buenos hermanos. Tres metros por cinco. Y una docena de almohadas de pluma de oca.
-       - ¿De oca?
-      -  De ocasión, si me permites que termine. En casa Marcos, hay unas ofertas que tumban de espalda. Aunque eso ahora es lo de menos. Oh Marciana, amada mía. ¿Cómo narrarte lo feliz que soy en estos momentos? Si ahora mismo vinieran preguntando por el hombre más feliz del mundo, podrían decir, ahí lo tienes. Y se referirían a mí.

En aquel momento el mono, convencido tras dos desmayos y una brecha en la ceja izquierda, de que el sistema que usaba para abrir el coco no era el adecuado, decidió probar nuevas vías y me lo lanzó a la cara. Huelga decir que no obtuvo resultado alguno si bien a mí me dejó el rostro marcado.

-       - Más vale usted que se vaya. – dijo Marciana. – Está poniendo al mono nervioso.
-       - ¿Irme, dices? ¿Irme ahora que mi vida empieza a tener sentido? Marciana, amor mío. Sé que puede parecer precipitado pero esta clase de certeza solo se tiene una vez en la vida.
-       - Uy, que bien, porque estoy matá de sed.
-       - Certeza, mi amor. He dicho certeza, no cerveza. A lo que me refiero es a que creo que tú y yo estamos hechos el uno para el otro y que cuanto antes nos unamos, mejor. ¿Te parece bien en octubre en la Almudena?
-       - ¿En dónde?
-       - En la Almudena.
-       - ¿En cuándo?
-       - En octubre
-       - ¿El qué?
-      -  Madre mía. Nuestro enlace, claro está. Boda clásica con cura, coro y motete. Flores rosas, rojas y amarillas. A la derecha mis invitados, a la izquierda los tuyos, y el cura en el centro, según la costumbre. A los gorrones los dejaremos a su aire, si no se ponen muy pesados.  ¿Qué me dices, mi vida?
-       - Que no.
-       - ¿Que no?
-       - Que no me gusta usté, caramba.
-       - Pues haberlo dicho antes y me hubiera ahorrado la primavera amarga y el verano aciago, señora mía. Tenga usted buenas tardes.

Y con las mismas me di media vuelta y me marché de allí. Si tampoco era tan hermosa al fin y al cabo.