Ya está tol pescao vendío, como se dice en mi tierra. Anoche se jugó la segunda semifinal, que dejó finalmente a Inglaterra con la proa pabajo y la popa parriba. Ya solo le queda jugarse con Bélgica el tercer puesto en ese amargo partido que se juega el día antes del que a ti, en realidad, te hubiera gustado jugar. Vamos, que es como que te dejen plantado en el altar y luego te obliguen a quedarte al banquete y a abrir el baile. Pero como la vida del futbolista de élite es bastante privilegiada y llena de lujo y comodidades, pues tampoco pasa nada porque de vez en cuando, se coman algún sapete, ¿no?
El gato al Volga se lo llevó esta vez Croacia, que empezó perdiendo tras un pea, o chícharo, de Trippier, hijo del famoso jugador británico Daniel Day Trippier, al que los beatles le dedicaron una canción. Y aunque el fantasma de la eliminación acompañó a los croatas durante un buen rato, supieron sobreponerse, cual si hubieran llamado a la gachí aquella rara que limpió de espectros la casa de poltergeist, y luego soltaba aquello de "Esta casa ya está limpia"
Eah, po dale un repaso ahora a la mía que tengo
la cocina que parece el planeta de los ewoks.
Un gol de pura percia de Perisic, puso las tablas en el marcador y obligó a jugar una nueva prórroga. La tercera consecutiva de los croatas que han jugado un partido entero extra, si atendemos a los noventa minutos de prórroga por los que han pasado para llegar a la final. Los ingleses también habían vivido una prórroga contra Colombia, lo que demuestra que este campeonato ha estado más igualado que las patillas de Rubiales. Sin embargo, cuando muchos pensaban que los croatas iban a jugarse el pase en los penaltis, una vez más, apareció Mandzukic, que a pesar de llevar un rato con grandes molestias en la pierna, echó coraje al toro, incluso negándose a ser sustituido, y en un fallo de la defensa inglesa, encañonó a puerta y puso el dos a uno, sorprendiendo al portero, a pesar de que todos podían haber visto claramente de qué pie cojeaba el croata. Momento que, por cierto, se convirtió en un claro ejemplo de lo milagroso que puede llegar a ser el fútbol, ya que a pesar de las molestias que arrastraba, tras marcar el gol, pudimos ver a Mandzukic, correr como una liebre harta trippis, llevándose incluso, por delante, a un fotógrafo mexicano que quedó sepultado bajo la montaña de jugadores croatas que celebraban el gol.
"No estoy enfadao" dijo el mexicano, "podía haber sido peor, imagínate
que marca Ronaldo, el brasileño, no el que chilla siiiiiuuuu"
Y con este resultado se llegó al final del encuentro que envió a Croacia a la final y transformó el it´s coming home de Inglaterra en here comes mojón. Segunda decepción gorda para los británicos en poco tiempo, desde que vieron a Eddie Redmayne en los miserables.
El éxito de Croacia es tan grande que no falta quien empieza ya a reclamar el balón de oro para Luca Modric, tras ganar la champions con el Madrid y el gran mundial que ha hecho. Esto es algo que ocurre siempre, como en su día se pidió para Iniesta o incluso para Casillas. Yo lo pediría para Rubiales, que tumbó a una campeona del mundo y de Europa, sin jugar ni un partido.
Y poco más se puede decir. Ya solo queda el partido por el tercer y cuarto puesto y el otro. Nada importante. La final. Ahí veremos si los franceses añaden una estrella a su pechera o tenemos un nuevo miembro en el selecto club de campeones del mundo. En honor a todos los restaurantes italianos del mundo, nosotros deseamos que sea lo segundo.
¡VAMOS CROACIA!
Hasta luego pichones!
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