AHÍ ESTÁ EL TÍO ESPERANDO LA CENITA
Y entonces llega el tercer episodio. Que es donde Moffat, una vez reinventado el mito, suele dar un salto mortal. Una pirueta narrativa que se agarra a lo inverosímil, o incluso a, a veces, al surrealismo más absoluto, para mostrar una segunda e inimainable lectura a lo que te estaba contando. Una sesión intensa de cabriolas, en la que no sale bien parado de todas. Sí, puedo comprar la pirueta que hacen para llevar la historia que nos estaban contando a... otro escenario. Incluso me gusta. Y me gusta mucho. Pero no todas las decisiones que se toman para adaptar el personaje a ese nuevo escenario, me parecen acertadas, y mucho menos, atractivas. Como tambien puedo comprar la explicación final, por extraña y retorcida que sea. Aunque me disguste muchísimo, que se decidan a tirar por ahí. Tampoco me agrada como se trata a los personajes clásicos de la historia que se intoducen el el tercer capítulo. De la misma forma que se había hecho de forma genial, en los dos primeros, aquí, en mi opinión, se hace forzadamente, y con alguno se cae en la caricatura, y el absurdo. ¿Es un chiste lo del abogado? Porque lo parece. Y no funciona en absoluto.
Mención aparte merecen los dos protagonistas. Dolly Wells, impagable como la hermana Agatha. Y por supuesto Claes Bang, una elección, sencillamente, perfecta, como el conde Drácula. (Más cercano al Lucifer de Netflixm que a Bela Lugosi) Un actor al que no conocía de nada, y que hace, en mi opinión, una de las que ya es seguro, mejores interpretaciones del año.
En definitiva. Una casi obra maestra, que falla, en mi opinión, al intentar rizar el rizo, pero que su balance de aciertos hace que merezca la pena , y mucho , verla. Sobre todo por esos dos maravillosos primeros capítulos.
SISTER ÁGATHA, PONIENDO A PRUEBA LA PACIENCIA DEL CONDE
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