Monday, October 27, 2014

La diferencia entre se algo en la vida y ser alguien.



Una de las mayores obsesiones que tenían las mamás y los papás de mis tiempos, era que sus hijos, el día de mañana, fueran “algo en la vida” y, por algo, se entiende, abogado, ingeniero, cirujano o arquitecto, por poner solo alguno de los muchos ejemplos que hubieran servido de gozo a aquellos buenos señores a la hora de presumir de hijo. Y a ver, razón no les faltaba. Al fin y al cabo, la educación siempre es un gran patrimonio, y una buena colocación, siempre es una buena colocación, aunque hoy en día, un título universitario, no la garantice.

El caso es que ahora que ese “día de mañana”, empieza a ser ya más “ayer” que “hoy”, uno tiene la posibilidad de mirar a su alrededor y observar quién fue, finalmente, algo en la vida, y de qué le ha servido. Y la verdad, crisis aparte, a la mayoría para lo que les ha servido es para ganarse bien la vida, cuando no muy bien, lo que no está nada, pero que nada mal. El problema es cuando además de ganarte bien la vida, “ser algo”, viene acompañado de otras historias, como el reconocimiento doméstico, o incluso internacional, el prestigio profesional, y lo que es peor de todo, la fama. Algo que fuera del mundo del espectáculo se da poco, pero que en casos como en el terreno de la arquitectura, que al fin y al cabo, es una de las primeras artes reconocidas, sí que se suele ver de vez en cuando. 

Uno de los ejemplos más claros de lo que estoy diciendo es Frank Ghery, famosísimo arquitecto, cuyos vanguardistas, ¿y por qué no decirlo? magníficos diseños, (valga el museo Guggenheim como ejemplo, para quienes no lo ubiquen por su nombre), han colocado en el olimpo de su profesión, y le han valido, este año, un, seguramente merecido premio príncipe de Asturias. El último, por cierto, ya que a partir del año que viene se llamarán, con todo el criterio del mundo, “princesa de Asturias”. 

A mí, que a este señor le den el premio este de marras en la categoría de Arte, me parece muy bien. Ya digo que, no entendiendo nada de arquitectura, me gustan sus diseños. Pero no deja de ser curioso, que se lo hayan dado el mismo año en que también se lo han otorgado a uno de mis mayores ídolos personales. El gran Joaquín Lavado, “Quino”, humorista gráfico, más conocido por ser el creador y autor de Mafalda.  Y digo que es curioso porque ambos representan lo que para mí es ser “algo y alguien en la vida”, y como muestra, sirva el comportamiento de ambos, en la entrega de premios.

Ghery, se presentó completamente “sobrao” desde el minuto cero. Se bajó del coche, y al recibimiento típico asturiano, a base de gaitero, (un honor que se le hace a quien es considerado merecedor de ello), respondió con un bailecito más típico de la barra libre de una boda que de un señor que viene a recoger un premio. Luego en la rueda de prensa, sin dejar ni un segundo esa pose de rey del mambo, respondió con una grosera peineta, a la pregunta de qué opinaba acerca de los que criticaban su trabajo, pasando después a calificar de tonto al que le había hecho la pregunta. Más tarde añadiría que la mayoría de los arquitectos de hoy en día lo que hacen, y cito literalmente, “es una mierda”. Y para terminar se disculpó, (menos mal), echando la culpa al largo viaje.

Quino, premio Príncipe de Asturias de comunicación, se mostró, por su parte,  bastante más amable y cordial con la prensa. Sin abandonar nunca su sonrisa y su gesto amable, contestó con paciencia y cariño todas y cada una de las preguntas, ya fueran tontas, listas o a mitad de camino entre una cosa y otra. Al hablar de los actuales humoristas gráficos, Quino, que en mi humilde opinión, ha sido el mas grande, con un humor fino, punzante y mordaz, siempre elegante y certero, dijo no entender el humor que se hace hoy en día, pero lejos de cargar contra él, tuvo la elegancia de recordar cómo, en sus tiempos, tampoco se entendía la música que hacían sus adorados Beatles, y bromeó con la idea de quedar como un viejo amargado y reaccionario que no entiende a los jovenes. Dos formas muy distintas, la de Gehry y la de Quino, de encarar los mismo temas. E incluso aun fue capaz el dibujante de ceder el momento de gloria de su comparecencia ante los medios, a otro dibujante al que citó para recordar lo paradójico de las actuales redes sociales. “Tengo 2500 amigos en Facebook y nadie a quién contárselo”, decía la tira de su colega. 

Yo sé que juzgar no está bonito, que las comparaciones son odiosas y que no se debe hacer leña del árbol caído. Pero una reflexión, siempre viene bien. Y a mí, la coincidencia en el tiempo de estos dos premiados, tan distintos en actitud, me hace reflexionar acerca de qué es mejor, si ser “algo” en la vida, como es Frank Ghery, o “alguien”, como es, según mi opinión personal, Quino.

Hombre, lo ideal sería poder ser las dos cosas, ¿no?

Pero si solo se pudiera escoger una… 


 Un donut, por favor.

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