Thursday, October 16, 2014

Memorias de un hijo del levante. Capítulo 30 "Moñeco"

El otro día pasé mas miedo que Drácula en un Solarium. Y tó por culpa de la película esa que han hecho de la moñeca Anabelle, que es una moñeca que presenció unos crímenes atroces y se quedó endiablá perdía desde entonces. y no te quiero decí las cosas que hace la moñeca. Menos quedarse quieta en la repisa, de tó. Que si ahora me revoleo en el suelo, que si ahora me salgo al pasillo, que si ahora te meto un demonio en la casa con mas cuernos que un octogenario casao con una conejita del playboy... Una cosa mala. Porque la moñeca no es ya que tuviera dentro un espectro asesino, no, lo que ya de por sí es chungo, es que encima, le abría la puerta a todo tipo de engendros del averno. La hijaputa.... Como que no me salí del cine a la mitad de la película porque mi amigo Tenorio, que era el que había insistio en ir a verla, no paraba de repetir, "esperate que ahora viene lo bueno". Pero lo único bueno que vino, fue que terminó y me pude bajar al vestibulo a comprarme unos buñuelos en el puesto que tiene un pato pintao. Que no vea lo rico que estaba.

Lo malo del asunto es que cuando volvía a mi casa, me acordé de un moñeco Macario que tengo yo guardao en un armario, y que me tocó en la tómbola de los camellos esos de la feria en la que sale un tío diciendo "Avanti tutti, a tutti morotti". Y como yo lo llevaba encima, justo cuando se lió una tangana tremenda en la caseta de Degenero hasta febrero, por un tema de "Qué hace mirando a mi novia" y allí terminó corriendo la sangre, me dio por pensar si no se me quedó a mí el moñeco Macario, endiablao, igual que el de la película, porque yo me recuerdo de que en su día lo tenía puesto en lo alto la cama, y había veces que me lo encontraba en el suelo. Y ya no me quedé tranquilo.

Así que en cuanto llegué, busqué el moñeco Macario donde lo tenía guardao, y allí ya me llevé el primer susto, porque nada mas abrir la puerta del armario, se me cayó en lo alto una manta paduana, que tiene un tigre pintao, y te digo yo a tí, que eso me lo tiró a mí el moñeco Macario, pa dejarme seco de un mantazo. Claro que estaba por ver que un moñeco me ganara a mí, por mu endemoniao que esté. Conque de un manotazo aparté la manta y dije a todo lo que me daban los pulmones, para que no le quedara duda alguna a cuantos cornuos hubiera por allí sueltos, "A mí moñequerías, las justas, que meto un vergajazo en la mesa y me cargo a medio reparto de Toy Story" y pa dejarlo claro, le pegué una patá a la puerta el armario, en lo que luego resultó ser una mala idea, porque se me ha puesto la uña del dedo gordo, negra, negrísima, que ya me ha dicho el médico que no cuente con ella.

Total, que me asomé donde tendría que haber estado el moñeco Macario y me encuentro conque no está. El muy sinverguenza se había mudao de sitio por el tema de volverme loco. (Una pérdida de tiempo, porque yo, loco, ya estoy) Y como empiezo a ponerme nervioso, me dedico a sacar todo lo que había en el armario y a revolearlo por la habitación. Y luego hago lo mismo con el armario ropero, y luego con el que tengo en el cuarto de invitaos. Y ahí, en una esquina, detrás de un teclado Yamaha, al que le falta el la sostenido, me veo al moñeco Macario, poniendo cara de que aquello no iba con él, pero dejando claro que se partía el culo a mi costa, de puro hijoputismo demoniaco. Y entonces lo trinqué por el pescuezo, porque aquello ya era cuestión de él o yo. Y aunque, por tema de ser yo humano, y él moñeco de trapo, debería haber ganado la pelea, sin problemas, la realidad es que pisé un tarro de esos de pega que parecen de pistachos iraníes, pero que al abrirlo, salen unas serpentinas pa asustarte, y que, obviamente, había movido él con sus poderes demoniacos, hasta colocarlo bajo mis pieses, resbalando, chungamente, y dando un ramplazo en el suelo, que todavía tengo la marca del tejano en los riñones.

"Esto es mucha tela pa mí solo", me dije, y me fui corriendo a buscar al cura que se parece a Mr. Bean, pa que me echara una mano en el tema exorcistista. Y na mas verlo, esperanzado en que sus años de expriencia con el tema eclesiástico, harían innecesario el extenderme en explicaciones, le dije "Moñeeeecoooooo", y luego me revoleé en el suelo como diciendo, "ya no puedo mas". Pero el nota no lo entendió y tuve que darle mas detalles. "Creo que te estás dejando llevar por la sugestión producida por la película que has visto", me suelta el menda, despues de explicarle todo lo que me había pasado. "¿La sugestión es la que me ha tirado la manta con el tigre pintao a la cabeza, padre?" dije yo, indignado, "¿Ya está el vaticano mirando para otro lado, como cuando le mandaron a la pobre vieja aquella, pintar un Ecce Homo en una iglesia, y como cuando terminó la pobre mujer, por el tema de que solo le habían proporcionao, un bote de titanlux, y una caja y media de plastidecors, le quedó que parecía que el Cristo se hubiera jartao de milhojas, se hicieron los tontos y la dejaron mas vendía que la camiseta de Messi?" Y ahí ya no supo qué decir.

La cosa es que estaba solo, conque me compré una lata de aquarius en la tiendecilla de la esquina y la llené, despues de bebérmela, de agua bendita, y me fui pa casa, santiguándome seiscientas sesenta y seis veces, que eso va del carajo pa acabar con el maligno. Y na mas entrar, le eché la lata por lo alto al moñeco y le dije, "el poder de Cristo te obliga, malparío", y luego lo trinqué por los bigotes y lo revoleé por la ventana. Y eso hizo efecto, porque al momento, lo escuché gritando desde abajo, "illo, illo, tú estás mal de la cabeza" y yo, venga del poder de Cristo te obliga, y venga de así en el cielo como en la tierra. Y al final se terminó callando.

Vaya tela con el moñeco Macario de los cojones. Como otro día me toque un premio en la feria, le digo al nota que me de un puzzle de Pocoyó.

Endemoniaito perdío, quillo...

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