Friday, January 26, 2018

Memorias de un hijo del Levante. Capítulo 47 "Mazinger"

El otro día tuve un ramalazo nostálgico porque estaba mirando la cartelera de los cines por si habían estrenado la película esa de la gachí que se enamora de un pescao y se tira al agua y se queda to arrugaita, arrugaita, y que creo que se llama "La amorfa en el agua", por el tema de lo arrugá que se queda de pasá tanto tiempo en el agua con el novio rape, y esa no la estaban poniendo, pero me quedé totalmente pedreruelo porque había una película nueva de Mazinger z, planeador abajo. Y yo no pude evitar acordarme de cuando era chico y patrullaba las calles del saladillo en busca de bestias mecánicas del doctor infierno, montao en mi motoreta 2, a la que había tenido yo la sabiduria de amarrar una estufa en el manillar pa dá caló de pecho, como hacía Mazinge, al tiempo que un tirachinas hecho con el gollete de una botella de puleva y un globo, en cada mano, pa meterle una pedrola por derecho entre los ojos a tol que se escantillara, al grito de puños fuera. Aunque en honor a la verdad, bestias mecánicas nunca me econtré ninguna, pero me acuerdo de un día que al doblar una esquina me salió al paso la banda del coprane, y se llevaron la estufa. Y la bici no, porque anduve listo y le arrié un cabezazo a Quino el dentuo, y un bocao en la espalda al coprane chico, y me pude najá de allí más rápido que ligero.

Y reflexionando sobre esto me di cuenta de la mala influenca que tuvieron en mi infancia los dibujos animados y las series en general, porque por culpa de todas ellas, salí mal parao en mas de una ocasión, y vosotros bien sabeis que yo no soy persona de andar metiendome en líos. Salvo cuando me buscan, claro.

Por ejemplo me acuerdo de cuando estuve viendo la serie del comando G, siempre alerta está. Y como ellos iban vestidos cada uno de un pájaro, (los dos mascas eran un halcón y un aguila, la gachí era una paloma que pierde el vuelo, que es un pájaro menos aguerrido, pero es que en aquella época no se llevaba lo del miramiento a las mujeres, el más chico era una golondrina, porque se metía por las tejas pa colarse en las fortalezas enemigas, y el que conducía la nave, que era un opíparo, era el buho, por el tema de que estaba de buen año, así como jarto de lomo embuchao y se fijaba mucho, por la cosa de estar pendiente de la carretera) pos yo tambien quise vestirme de pájaro pa combatir el crimen galáctico, y como casi todos los buenos estaban ya trincaos por ellos, me decidí por el gallito marzo, y me hice un gorro con una cartulina, metia por unos pantis de mi hermana y me puse las mangas de un jersey a rayas que me encontré en un puesto del mercaillo, que estaba poco vigilao, y allá que me fui a patrullar el saladillo. Lo malo es que como la nave del comando G se convertía en ave fenix, Templeton Peck, y se hacía de fuego, yo quise tener lo mismo y bañé una bh que tenía yo en aquella época en koipesol con la idea de meterle un misto y juntarle candela a la bici cuando tuviera que atacar a un enemigo. Y quizás os sorprenda, pero lo cierto es que no resultó ser una buena idea, porque la bici, lo que es la bici en sí, no ardió, pero el pantalón de pana con peto que llevaba yo, se convirtió en el coloso en llamas, más rápido que ligero, conque dándome ya por hulla, hice lo único que podía hacer en ese caso, revolearme contra el bar los corrales, con la esperanza de que uno que había allí en la barra con gafas de mafioso de Scorsese me echara por lo alto el coca cola. Pero en vez de eso lo que hicieron fue darme palos y vejigazos con las chaquetas pa apagarme. Y lo peor de todo fue la paliza que me dieron en casa cuando volví por haber diezmado la botella de koipesol, puro de oliva.

Otro problema gordo lo tuve por culpa del oso Yogi, que se dedicaba a irse a los campings a robarle el papeo a los turistas, y a mí, que me roben la comida, mira, no te voy a decir que no me de coraje, porque coraje me da, pero tampoco me quita el sueño, pero eso de que los osos se pongan corbata y hablen como si fueran Hermida, me aterra, porque así empezaron los monos y se cargaron la estatua de la libertad. Conque cuando en verano me llevó mi familia al camping de puntapalomos, dije, "tate" y puse una tabla gorda, llena de clavos afilaos, medio enterrá en hojarasca, a lo John Rambo, por si venía el oso con corbata, se hiciera un Froilan en la pata. Pero el que vino fue un turista francés, con media melenita y panza, así tipo Depardiés, que empezó a pegar alaríos y saltos, y venga de Mon Dieu y venga de sacre bleu, mientras el chavea del parking intentaba quitarle la tabla de la planta del pié. Y aunque nunca quedó claro del todo quien había puesto la tabla, a nosotros, desde luego, no nos han dejao entrar mas en puntapalomos.

Otra cosa fue el tema de Verano azul. Yo estaba tan envidioso de aquella pandilla de amigos veraniegos, que quise ser uno de ellos, y pasar las tardes comiendo espetos y cantando canciones marineras en la cubierta de un barco varado, conque quedé con dos del colegio, uno que era opíparo, para que hiciera las veces de piraña, y otro que era negruzco, para hacer de pancho, y nos fuimos a la zona del puerto a ver si nos haciamos amigos de un capitán de navío. Y allí que nos pusimos en el bar Celta, a chequear con quien podiamos hacer migas, porque necesitabamos uno que se muriera al final del verano, para poder correr por la playa de Getares gritando, "Julia, Rascacia ha muerto", porque yo a nuestro viejo capitán había pensado ponerle de nombre Rascacia, por no repetir chanquete. Pero la verdad es que todos tenían aspecto de no llegar a agosto, lo que podía cortar la diversión prematuramente. Conque viendo que el falso piraña y el negruzco, empezaban a darse cuenta que lo de que era mi cumpleaños y había tarta y chocolate era mentira, y corría el riesgo de quedarme sin pandilla, me acerqué a uno y le dije, "Rascacía, ¿Tú crees que te morirás muy pronto?" y se ve que toqué la tecla delicada porque empezó a soltar maldiciones por la boca y a mentarme el arbol genealógico, que no dejo una tumba limpia en el cementerio. Por no decir que el piraña y el otro se najaron al primer berrío.

Una cosa mala. Como cuando mi hermana veía Candy Candy. Que a mí no me quedaba mas remedio que verla tambien porque solo había una tele, y teniamos que repartir los tiempos de visionado. Conque si yo quería ver la masa, (Que ahora le llaman Hulk´, y ya no es un tío pintao), tenía que mogar y ver Candy Candy. Pero la verdad es que no me importaba porque a mi hermana le gustaba tanto, que te contagiaba. Conque dije yo, a esta le hago yo vivir la experiencia. Y como príncipe a mano no había, busque su equivalente algecireño, y me hice amigo del hijo del alcalde. Bueno, del alcalde, del alcalde, tampoco. Porque yo no sabía quien era el alcalde, y el gachón que estaba en la puerta el ayuntamiento, vestío de Manolo Guardia urbano, no me lo quiso decir, tampoco, conque me hice amigo del hijo del presidente de la APA, que iba a mi clase, y un día lo traje a casa y le dije a mi hermana, "mira hermana, te presento a Anthony" y él, "que yo me llamo Gustavo" y yo, "calla, que ella quiere un príncipe, no una rana", pero el menda se ve que se azoró por el momento romántico y se fue. Aun así, yo seguí insistiendo y diciéndole a mi hermana, "Anthony me ha preguntado por ti" y "¿No te gusta? ¿no te gusta?" así con sutileza. Hasta que un día ibamos por la calle y vimos a Anthony que se acercaba en la bici y le dije a mi hermana, "¿no te gusta? ¿no te gusta" y ella finalmente me confesó, "Es mono, la verdad" y ahí dije yo, "po date por Candy", y tiré al menda de la bici. Pero me salió mal porque no se mató ni na.

A ver si estrenan la peli esa de la gachí y el pescao, que tengo curiosidad yo por ver si el menda se acuerda de ella al día siguiente, como los pescaos tienen la memoria esa que tienen...



MAZINGER DEJANDO UN REGALITO EN ALGECIRAS

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