Friday, July 27, 2018

Memorias de un hijo del levante. capítulo 54 "Mosquito"

Hola gente del mundo,

Estoy achicharrao, en serio. No achicharrao del tipo "brujería, brujería, candela con él" como se hacía en los tiempos de Thor quemada, que era un primo español del dios nórdico ese de los vengadores, que se dedicaba a impartir justicia al que no se supiera el padrenuestro. No. Achicharrado anímicamente. De que llevo varios días sin dormir y con la moral por los suelos. Y es que me he batido en singular combate con una de las bestias más infravaloradas de la naturaleza, pero que al mismo tiempo, resulta mas peligrosa y beligerante que el largarto de Jaén, con cuatro copas de más.

El mosquito gaditano.

El mosquito gaditano es igual que el mosquito almeriense o el asturiano, solo que es de Cádiz. y por tanto, jartible y pejiguera por naturaleza. Porque este mosquito, además de pasearse de forma provocativa y chulesca por tu dormitorio, aprovechando que tú estás en modo ahorro de energía, y darte picotazos pa llevarse una parte fundamental de tu patrimonio, como es tu propia sangre, tiene la manía de plantarse en la esquina de la almohada pa cantarte dos pasodobles por derecho, con la mano agarrá a los pelos del torax, con el mismo sentimiento con el que un cofrade recoge al cristo. Y como no le pegues un palmetazo rápido, te canta el popurrí del vaporcito y se va haciendo tipo hasta la mesilla de noche. Que os lo digo yo.

Pues el lunes por la noche se me metió en la casa un mosquito gaditano. Y yo que acababa de coger la postura élfica, que es con la que mejor se duerme , y que consiste en ponerse una almohada en los riñones, otra en el pescuezo, y los brazos estiraos como si estuvieras a punto de darle un flechazo a un viandante. Y en el segundo ronquido, me escucho el mosquito pasar por el lao de mi oreja, como diciendo, "aquí está el tío" y yo que me revuelvo como si fuera la pantera negra esa de marvel del reino del pez wanda, y me pongo en posición de defensa, como dejando claro que si había que empezar las hostilidades, se empezaba. Y el mosquito, que ya estaba en la esquina de la almohada con la mano en el pecho, entonando los primeros compases de "acércate torito", me mira y me dice "¿qué? ¿Está asqueroso, el pasodoble?" y se eleva hasta la lámpara, encaramándose en ella como si fuera el temible burlón. Y ahí yo me rebelo a bordo.

"Te quito la vidaaaaaaa" grité, "te quito la vida y no me da ni repelús de pensarlo, fijate lo que te digo" y mientras lanzo la amenaza, dejo caer la mano al suelo en busca de una de mis zapatillas de paño a cuadros, marrones y azules, con la mala suerte que al darle con los dedos la cuelo debajo de la cama. "A tiempo estás de deponer tu actitud" dije para ganar tiempo y que el bicho no se percatara de mi maniobra. "bzzzzzzz" dijo él, con el tono del estribillo de la milagrosa. Y en ese momento, atrinco la babucha y la lanzo contra la lámpara con toda la furia oriental que fui capaz de reunir. Y si no me tiro de la cama a tiempo, me llevó un lamparazo de padre y muy señor mío, porque al mosquito, tocar, no lo tocó la zapatilla, pero la lámpara me la arrancó de cuajo.

"belcebuuuuuuuú" grité mientras rodaba por el cuarto aguantando el coraje que tenía en ese momento. Pero se ve que eso no hizo más que espolear el ánimo de mi oponente pues, al grito de Tora, Tora, Tora, se lanzó sobre mí, pegandome un ñaca en la frente, que me dejó unicorniado del picotazo. "Mañana hay luto en tu casa" le solté, "eso está jurao" y salí corriendo pa la cocina en busca del flí pa dejarlo moñeco. Pero cuando volví se había escondido en alguna parte del cuarto, aprovechando sus pequeñas dimensiones, y solo podía escucharle cantar, "un cuatro de diciembre, muere un malagueño, una bala traidora le quitó la vida" y yo, "la vida te he dicho que te la quito yo a ti, aunque tengas de malagueño, lo mismo que el chorizo apamplonado" y empecé a revolear las cosas de la habitación sin hallar, mas que la ausencia mosquitera.

Y así me dieron las claras del día. Y como yo no puedo dormir de día, por miedo a que me cambie el ciclo, y me vuelva ser de la noche, como los vampiro, o Pocholos, pues en planta me quedé, con una mala leche digna solo de un bulldog con almorranas. Deseando que llegara la noche... iluso de mí.

¿Cuánto tiene que sufrir un ser humano para ganarse el cielo bendito?, me pregunto yo. Mucho, sin lugar a dudas. Y por eso la noche del martes, el mosquito gadita, volvió a presentarse en mi almohada al grito de "con permiso, buenas noches" y yo, que estaba preparado, saco una raqueta que tenía en el armario de cuando me disfracé de esquimal, y le dejé de ir un raquetazo, que na mas que faltó que alguien dijera "Vamos, Rafa". Pero el hideputa era audaz y hábil, y cual si fuera el mismísimo spiderman, el hombre araña, tú tejes la red, se coló por uno de los cuadraitos de la raqueta, y a dos centímetros de mi rostro, me suelta, "la luna me está mirando y acariciandome el pelo, y yo le he dicho que el cielo, puede quedarse esperando" y me dejó muerto, la verdad. Porque por más raquetazos que solté, ni uno le pegó, y terminé llorando debajo la cama y con mas ronchas en el cuerpo que un ferrero rocher.

Aquello no podía ser, porque llevaba yo ya dos noches en blanco, y ya empezaba a entrarme el temor de que se me fuera a ir la cordura. Que a mí, volverme loco , es de las cosas que mas miedo me dan. Eso, por no hablar del litro y medio de sangre que llevaba perdido. Según mis cálculos.


Conque reuní el gabinete de crisis, formado por mi amigo Tenorio y yo, y trazamos un plan de exterminio mosquitero. Llenamos la casa de flís del marcadona y de calzado arrojable, colocando en cada ventana papel cazamoscas, con la intención de que si el bicho intentaba huir, se quedara allí prisionero de senda perdío. Y para que el mosquito no sospechara, me revoleé en la cama mientras Tenorio se escondía detrás del galán de noche, con una jota hayber en la mano.


Y al rato se presentó el mosquito.


"Yo no sé por qué se empeñan, algunos, en meterme en una guerra, que ni me va ni me viene" soltó por mor del tocar la cojonada. "¡Ahora!" dije yo, por mor de mararlo allí mismo. Y entonces emergió Tenorio como a cámara lenta en plan peli de acción, lanzando la J Hayber, con la mala pata de que al ir a cámara lenta, le dio tiempo al mosquito a cantar el popurrí de los pavos reales, hacerse un changüís mixto, y verse dos episodios de las chicas del cable, antes de esconderse entre la ropa pa lavar. "¿Qué hacemos ahora, Tenorio?" dije yo angustiado. "culpa mía, culpa mía" admitió él, "En cuanto tenga ángulo, lo dejo moñeco con este ejemplar de el código Da Vinci que no recuerdo de dónde me traje. Y ahora será a cámara rápida" "No, si eso es fijo. Pero cómo lograrás que salga de su parapeto. Es muy tenaz el galopín" Y entonces Tenorio se pasó el dedo por debajo y por los costaos de la nariz, hasta decir, "¡Euskera!!!!" y yo, "dime, dime. Nárrame" y él "El mosquito es gadita, gadita, ¿no?" "aro, aro" "eah, pues ya está condenao" y dicho esto, alzó el código da vinci y dijo, "menudo jugador sobrevalorado es Mágico González", emergiendo acto seguido el mosquito al grito de "Illo, ¿tú que dice?" y en ese momento le dio Tenorio con to el capítulo cuatro en la cepa la oreja.


"Marao" dijo Tenorio.


"Busca el sendero del sur verdadero, y su eterno febrero,
en mi cai te espero, anda ven que me muero, por verte en la tierra de la luz" dijo el mosquito.


Y pal cajón.


Por fin, podía dormir, pensé yo. Conque despedí a Tenorio, le quité el reloj de la salita y media docena de cucharas del Ikea que se había metido debajo el jersey y me eché a dormir.


Y no llevaba ni diez minutos durmiendo cuando escucho un bombo y unos lamentos. Abro los ojos y me veo doce mosquitos vestidos de traje chaqueta velando el difunto en la esquina mi almohada, cantando... "se fue Manuel, era mi amigo y le encantaba el carnaval..."


Y ahí ya es donde hice el petate y me fui a pegarle bocaos a la gente en la calle a ver si me internan otra vez en la clínica de nuestra señora del corto amparo y por fin puedo dormir.









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