Monday, November 25, 2013

Cómo ver "Los juegos del hambre" rodeado de adolescentes y no morir en el intento.

A mí me va la marcha. Lo reconozco. Porque de todos los días que tenía por delante para ir a ver la segunda entrega de "Los juegos del hambre", fui a escoger, precisamente, el día del estreno. Bueno, el estreno, el estreno, no. El estreno fue el jueves por la noche. Yo fui el viernes. Pero lo mismo tuvo.

El problema de ver los juegos del hambre rodeado de adolescentes es que casi todos los presentes, y cuando digo casi todos es porque un servidor se queda fuera, son fans incondicionales, por no decir, directamente grouppies, de la saga. Y si le añadimos a eso las cositas que conlleva la edad media reinante, la cosa se pone seria.

Ya el ambiente previo a la proyección, dejaba vislumbrar lo que se venía encima. Un parloteo intenso, salpicado de alocadas risotadas y toneladas de pavo se habían adueñado de la zona. Un subir y bajar, a todas luces injustificado, por las escaleras, un buen número de empujones, (sin disculpas, por supuesto) , y un entusiasta aplauso nada mas apagar las luces. Era solo el comienzo.

Una mención aparte merece el famoso anuncio de la loteria, que fue recibido con socarrones gritos de horror, a cada intervención de la caballé o el niño de Linares, y carcajadas en general. Y digo que merece mención aparte porque eso viene ocurriendo en todas las sesiones de todas las películas en las que se pasa el dichoso anuncio, ya esté el público formado por adolescentes, o por señores y señoras, hechos y derechos.

Una vez pasado el trámite de los trailers, empieza el espectáculo.

Que estas sagas, como bien dice mi hermana, necesitan de un guapazo para triunfar, es algo que no me queda mas remedio que reconocer. Yo pensaba, equivocadamente, que lo que les gustaba a los adolescentes eran las historias protagonizadas por gente joven, donde la fantasía y el romance corren a sus anchas. Pero, está claro que además, tiene que haber guapazo.

En este caso, y en contra de lo que yo me hubiera imaginado, el favorito de tan hormonada audiencia, no era Liam Hermsworth, el hermanísimo de Thor, y cuñadísimo de la Pataky. El favorito es el tal Josh Hutcherson, que interpreta al sufrido enamorado de la protagonista, (sufrido porque, en principio ella no comparte sus sentimientos), y compañero en los famosos juegos del hambre. Es obvio que no estoy al día en los gustos de las adolescentes.

El caso es que cuando este muchacho apareció en pantalla, un mal ahogado grito, a medio camino entre el suspiro y el "ay, mi madre, que me da", se escucho salir de no menos de cincuenta gargantas en la sala. Luego un murmullo nervioso, y poco mas.

La historia de amor, en principio imposible, de este chico se ve que tiene cautivados a sus fans, porque cada mirada intensa, cada trágica frase de resignación y dolor, se veía correspondida en el patio de butaca con un "ay", un "oh", o incluso alguna frase de aliento o desaprobación por la falta de interés de la muchacha. Mala suerte para el hermanísimo, que no solo tiene que soportar la sarta de latigazos que le pegan los malos en la pantalla, sino que encima tiene al público en contra. Este me parece a mí que está destinado a morir heróicamente, porque las perdices no las prueba. Traquilo, hombre, que igual me equivoco.

Una vez superada la sorpresa inicial por este despliegue de pasión contenida, pasamos a la presentación de los nuevos personajes que harán posible esta edición de los juegos de marras. Aquí tuve ocasión de experimentar algo que antes solo había visto en dvd. Comentarios en directo. Cada personaje que asomaba el hocico era presentado, a su vez, por algunos de los presentes, que no se cortaban a la hora de decir en voz perfectamente audible, quien era, de donde venía y lo que iba a hacer. Algo totalmente innecesario para quien haya leído el libro, y que ninguno de los que no lo hemos leído, (porque no nos ha salido de los cojones, basicamente), hemos pedido. Pero bueno...

Aquí, tuvimos, por cierto, una nueva entrega de pasión hormonal. Justo cuando aparece un tal Sam Claflin, a lo Mario Casas, es decir, descamisetado, se bate el record de suspiro "ay que me da", anteriormente establecido por el que arrastra su pena. Una cosa tremenda. Sobre todo porque me acuerdo del ridículo que hacía este muchacho, (no por culpa suya), en la cuarta entrega de piratas del caribe, donde se encoñaba con una sirena. Cosas que pasan.

Afortunadamente, hasta ahí llega el tema suspiro y empiezan las tortas. En ese momento, los chicos dejan de ser el centro de atención del público para tomar las riendas del asunto, la aguerrida protagonista, que debe estar tan afectada por las barbaridades que ha visto y que le obligan a hacer, que es incapaz de recordar si al que quiere es al de los latigazos o al otro. Bueno, yo en eso no me meto que es cosa suya.

El caso es que las andanzas de esta heroina son jaleadas por el público a base de aplausos y vitores, llegando a la ovación en el momento cumbre del film en el que la chica la lía parda. Una maravilla.

Ni qué decir tiene que el final de la película es recibido con otra nueva ovación y otro festival de carreras y empujones.Un gusto.

Gracias a dios, sobrevivimos al pase y hasta disfrutamos de la proyección.

Y si tengo que ser sincero... Me lo pasé tan bien criticando a los adolescentes y poniendo los ojos en blanco, que no dudaré en ver la próxima entrega el día del estreno.

¡Faltaría mas!

Uno de estos tapando bocas hubiera venido bien.

No comments:

Post a Comment