Monday, February 24, 2014

Memorias de un hijo del levante. Capítulo 7 "Chicote"

A mí me encanta el programa ese de "Pesadilla en la cocina street". Y mira que yo no veo la tele apenas porque no me suele gustar lo que ponen y opto por ponerla sin voz e inventarme lo que dicen. Menos con el programa este pesadillesco que digo. Porque me habló un día de él mi amigo Tenorio y me dijo que era fantástico del verbo "no me veas que gueno" y me dije yo, "vamos a verlo" y lo vi. Y ahora estoy mas enganchao que un monkiki a un arbol durante el katrina.

And the waves.

Yo no sé si lo habeis visto alguna vez pero va de uno así de tamaño orondo, que pa rodearlo hay que hacer noche en el camino, que, como le gusta mucho todo lo del género comida, se dedica a ir por los restauráns diciendo lo que hacen mal, para que lo hagan bien y empiecen a ganar panoja y a pagar las deudas, porque esas creaturitas terminan cualquier día bajando la cuesta del juzgao de palma. Y a esos te digo yo que no los acercan ni en triciclo a la puerta.

Pues el Chicote, que es como se llama el opíparo, llega vestío de persona y se sienta como si fuera uno que va a comerse unas raciones. Y se pide desagerado de comida. Que si un arroz, que si una lubina, que si unas ostras, que si una fritura variada, que si la pizza santángelo, que si la musaka granaina. Ya te digo que de tó. Y luego, conforme se lo van trayendo va el tío soltando pestes de to lo que le ponen. Primero a la cámara, así bajito pa que no se entere nadie (que es una cosa que no comprendo porque luego lo echan por la tele, se entera el dueño, y como le entre un siroco lo busca y esa noche hay sangre), y luego se lo dice en la cara a los camareros. Que si esto está frío, que si esto da asco, que si está mas duro que el martillo de Thor, que es uno que salía en los tebeos y ahora ha cobrado vida y se ha casao con Elsa Pataskis. Que si no vea que de aceite le habeis echao, que si vaya tela con la carne que está mas podría que el reparto de walking dead. Una pechá de reí mu grande es lo que me meto yo con esta parte. Pero es que ahí no se queda la cosa, no. Luego se mete en la cocina y empieza a pasar el dedo por los filos de la mepansa y de la encimera y lo saca mas negro que el que estaba disecao en bañolas. Y mete los deos por una esquina y saca un pegote de grasa que eso se lo pasas por la cara tú a un teenager y se le pone el rostro como un ferrero rocher. Y como abra la nevera o la alacena de las monjas ya es pa reventar porque suelen tener la comida caducada y mal conservá. Que un día abrieron una y tenía el nota un bote de cola cao que venía naranjito en la etiqueta.

Total, que los pone de guarros parriba y luego se va. Y por la noche viene disfrazao de poinchinela y diciendo, "venga, que sus quiero ver de servir las mesas" y ahí ya te descojonas porque normalmente no suelen dar ni una, y tardan desagerado en llevar un plato coquinas a uno y luego le ponen la menestra a otro que había pedío un adobo y le ponen a otro el san jacobo de pescao crudo que le entran ganas de decir, "pichita, que quiero un san jacobo, no una ración de sushi quattro" Pa reventá.

Pero lo bueno es que al final se arregla tó, porque se va el chicote con el dueño a sentarse a un banco a charlar y a decirle, "illo, como no pongas pie en pared, te van a comer las moscas" y "tienes que echar talento, muchacho, que ya ties patas de gallo" y luego lo larga a dormir, y al día siguiente cuando vuelve le ha metío a los de ikea en el restaurán y se lo ha dejao de lujo arábico. Que entran los camareros y se ponen a llorar como diciendo, "no vea la poco que me va a durar a mí limpio esto" Pero la verdad es que es muy emocionante.

Yo, como soy un envidioso, quise tambien ser como el Chicote, y el viernes me puse un pantalón de pijama a rayas negras y colorás y un blusón de flores que era de mi tía Angustias, y me metí en el pollo caporal.

Na más sentarme le dije al tío, "A ver, cuales son los problemas de este restaurán", y él me dijo, "que se nos cuela un chalao cada dos por tres" y yo, "venga, po vamos a ponerle remedio. Traeme una carta" y él me dijo que si quería me traía la del banco, pero que si quería pedir los menús estaban en el mantel. Conque le dije que uno de cada, pa ver como estaba la cosa. Y él me dijo "pero si todos son de pollo, chalao, uno es de dos piezas, el otro de tres, y el otro trae un consomé" Y como me di cuenta de que aquello no iba bien le eché el brazo por el pescueso y le dije, "vamos allí enfrente a sentarnos en un banquito a hablar, que te hace falta que te suba la moral" y lo que me subió fue un puño a la cara porque me dio una mitra que todavía no abro bien el óculo izquierdo. Pero en cuanto me recupere me planto allí otra vez. Yo salvo el restaurán ese como sea. Ya tengo hablao con una cuadrilla de rumanos pa ir por la noche un día y reformarlo de arriba a abajo.


El tío es que se los lleva aparte y los convence de lo que sea

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