Lo de esta versión, (que no era tan innecesaria como muchos dicen, teniendo en cuenta la indigna porquería que hizo Roland Emmerich hace unos años), del famoso icono japonés, no tiene nombre. Empezando por las historias que aportan los personajes humanos del film, trilladas a mas no poder, y absolutamente prescindibles todas. Eso por no hablar del absurdo papel de Juliette Binoche, (¿Intentaban causa un golpe de efecto? Menuda estupidez), y el paseo turístico de Aaron-Taylor Johnson, cuyas intervenciones en la trama, todas y cada una, podrían haber sido llevadas a cabo por cualquier otro personaje, no ya sin que se resintiera el resultado final, sino incluso mejorándolo. Y otro tanto se puede decir de la, por otra parte excelente actriz, Elizabeth Olsen, con el personaje mas tonto de la película, lo que es decir muuuucho.
Pero el remate de los tomates, que se decía en mi tierra cuando to era chiquitín, es lo de los monstruos. En una peli en la que uno espera ver a Godzilla, liando la grande, se tiene que tragar primero a dos teloneros de pacotilla que resultan ser los auténticos villanos de la historia, porque el bueno de Godzi, no os lo perdais, es el héroe de la función, que, cargándose todo, (y supongo que a todos, aunque eso no lo dicen), lo que pilla por medio, se enfrenta a los dos bichejos esos, que estéticamente dan pena, por el bien del equilibro del planeta.
De risa. O de pena. A Vuestro criterio lo dejo. Porque vaya tostón de película tonta y absurda.
Y que Bryan Cranston salga en esto...
Es mu temprano pa pegá esos chillios, bicho asqueroso
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