Sunday, August 31, 2014

La gran obra de Richard Attenborough, que no era Gandhi

He estado observando esta semana, a raíz de la muerte, (otra mas, vaya añito...) del actor y director británico, Richard Attenborough, cómo en todas partes donde se daba la noticia, se subrayaban, por encima de cualquier otra cosa que el buen hombre hiciera en su, (al menos esta vez, larga), vida, sus intervenciones como intérprete en “La gran evasión” y “Parque Jurásico” y su enorme éxito como director, con “Gandhi”. Comprensible. No seré yo el que deje de reconocer el loable mérito que conlleva la filmación de un mastodonte como “Gandhi” y el acto de justicia que representa, que semejante figura histórica, tenga notoria resonancia dentro del séptimo arte. Por más que a mí me aburra mas que hacer cola en correos. Claro que esa discusión, mejor la dejamos para otro día.

A mí, en general, nunca me pareció Attenborough, un gran director. Mas bien un tipo que quería ser David Lean. Que tuvo los medios para ser David Lean. Pero que, ay... no era David Lean. Y supongo que, por eso, y esto sí que no lo he visto en ninguna cadena, su película mas pequeña y modesta, es, de largo, su mejor obra. 

Corría el año 61 cuando el escritor C.S. Lewis, mas conocido por “Las crónicas de Narnia”, publicó un ensayo llamado “Una pena en observación”, donde reflexionaba en voz alta sobre el dolor por la pérdida de un ser amado. Una obra profunda y contundente, de una sinceridad escalofriante, que siempre ha tenido, y tendrá, un lugar de privilegio en mis estanterías. Era bastante lógico que alguien intentara sacar de ahí, una buena historia que llevar al cine.

El “Shadowlands” de Attenborough, o “Tierras de penumbra” como se llamó en España, no fue la primera “adaptación” del libro de Lewis, pero es la mas representativa. Una recreación profundamente emotiva de la historia de amor entre el escritor, maravillosamente encarnado por Anthony Hopkins, y su esposa, la escritora estadounidense, Joy Gresham, a la que interpreta, con su maestría habitual, Debra Winger. Una película sencilla, pero hermosa, que habla de cómo a veces, eso que tan fácil es para unos, como es el amarse sin concesiones, puede ser tan complicado y tortuoso para otros. Cosas de la vida...

Una pena, en mi opinión, que nadie se haya acordado de este logro del desaparecido cineasta, por mas seguro que esté, (que lo estoy), de lo orgulloso que se sentirá el hombre, allá donde esté, de ser recordado por el mastodonte.

Quede, en todo caso, este humilde homenaje a su otra obra, la pequeñita, de parte de un servidor.




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