Wednesday, September 17, 2014

El cine según San Mateo. Hoy "Braveheart"



Hola amiguitos, soy Fermín San mateo, bailarín profesional  y crítico de cine, y desde esta semana, me encargaré de esta sección, en la que iremos repasando algunos de los títulos clásicos de la historia del cine.
Me he enterao esta mañana de una cosa chunguísima. Y es que por lo visto los escoceses se quieren hacer catalanes y separtarse de los estados unidos británicos. No me veas que movida. Y hasta van a hacer una consulta y todo. Y como eso se ponga de moda y empiecen por todas partes la gente a querer separtarse del país que son, van a tener que poner en los colegios, tres horas más de geografía a la semana. Al tiempo.  
Por eso, y aprovechando que hoy iniciamos esta sesión, qué mejor que empezar por una película visionaria, que ya predijo que todo esto pasaría, solamente que hace casi veinte años old. Me refiero a “Braveheart”, de Mel Gibson.

Gibson es un actor, que según el día es australiano, o americano, (también he escuchao por ahí que podría ser antisemita, pero ese país no sé yo dónde está), que como sus dotes interpretativas no eran muy valoradas, decidió meterse a director, pa ver si le iba mejor. Lo que se conoce en el mundillo, como hacer un Ben Affleck. Y la verdad es que no le ha ido mal, porque ha hecho cuatro películas bastante resultonas. “El hombre sin rostro”, que por el título, no debe ser la biografía de ningún político. Esta de Braveheart, de la que ahora hablaremos, “La pasión de Cristo”, que es una tela de realista, (los ateos no estarán de acuerdo con esta última afirmación), sobre la capuana que le dieron al pobre Jesús de Nazareth antes de matarlo. Y Apocalypto, que va sobre los nativos sudamericanos, y lo civilizados que estaban antes de que llegara el primo de Alatriste regalando biblias.

De todas esas, la más famosa y premiada, y que ya digo que viene al caso de lo que está pasando en Escocia esta semana, es “Braveheart” que en el año 96 se llevó cinco oscares incluyendo mejor película. Una cosa mala.

“Braveheart” es la historia de William Wallace, un escoces con estudios, que se había criado con su tío por el tema de que a sus padres les aplicaron la doctrina Palmolive y tiraron parriba con ellos rápido. Las cosas que tenían en la antigüedad, que te daban dos mojás por estornudarle encima a un caballo.
El caso es que el menda vuelve ya hecho un bigardo al pueblo donde había nacido y nada más llegar se da de pedradas con uno grandón que lo hace este irlandés que es muy buen actor, llamado Brendan Gleeson, (si no habéis visto una peli suya llamada “The guard”, hacedlo, porque es la leche de buena), tal y como hacían en la española “Préstame quince días”, Alfredo Landa y Jesús Guzman, que se ve que esa escena la copió Gibson. Pero luego se hacen amigos y se pegan abrazos y todo.

El Wallace, que es como se llama el que hace Mel, se enamorisca de una del pueblo y la ronda to lo que puede sin llamar la atención porque en aquella época había una cosa que se llamaba derecho de pernada, que consistía en que el señor feudal, se podía trajinar a todas las muchachas del pueblo la noche de su boda. Eso a las que quisiera, claro está, porque había una que le decían Robustiana la fea, que cuando se casó no encontraron al señor feudal por ninguna parte. El caso es que para evitar esto, se casa con ella a escondidas y eso, a la larga es su ruina. Porque el Wallace, que no quería meterse en temas independentistas, porque había jugao con la selección y no quería polémicas con los medios, se metió de lleno el día que aparecieron unos ingleses cabrones en el pueblo, buscando gresca, y dejaron a la pobre muchacha degollaita en un palo donde la habían amarrao como si fuera un pollo de Simago.

Eso también fue la perdición para los ingleses porque el Wallace resulta ser un estratega de la guerra que ríete tú de Rommel, el zorro del desierto, pero ríete cuando no te vea, porque no veas cómo se lo puede tomar de mal. 

Las noticias de que Wallace está haciendo estragos entre los señores feudales ingleses llegan pronto a oídos del rey, que está enconaito porque el hijo cose pa la calle, y está viendo que no le va a dar descendencia, y eso que lo ha casao con una francesita que parece que la han sacao de Ninette´s secret. Así que mueve cielo y tierra pa acabar con su enemigo y hasta manda a su nuera pa que negocie unos temas con él. Y al gachó lo único que negocia es un bombo que le hace el escocés, que luego cuando el rey se está muriendo, se lo larga la tía, y no veas el pipijerbe malo que le entra al viejo.

Al final, los ingleses consiguen trincar al porejito de Wallace, por mor de las muchas traiciones que ha sufrío el menda, que no se puede fiar ni de su padre. Y es una pena porque habían ganao bastante terreno a base de echarle cojones y enseñarle el culo al enemigo. (Tiene una escena en la que Gibson le larga una arenga a las tropas, que ha quedao pa los anales del cine. Sobre todo porque luego enseñan el culo, como ya he dicho. De ahí lo de anales.)

Como en toda película de oscares que se precie, hay dramatismo del chungo al final, porque se hirvanan al protagonista en la plaza del pueblo.  Pero el nota se va a lo grande porque después de hacerle un montón de perrerías, se acerca uno con barbas que salía en cifras y letras de jurado, y le dice, “Pide clemencia y te mato del tirón pa que descanses tranquilo” y el menda dice, “arrimarme el micrófono” y en vez de decir “clemencia” va y grita desgañitao perdío, “libertaaaaaaaaaa” y ya dice el verdugo, “illo, después de esta machá hay que dejarlo tranquilo" Y le corta el pescuezo.

Un peliculón como la copa de un pino que no os debéis perder porque trata, bajo mi punto de vista, muy fidedignamente, el tema escoses.

 Si la semana que viene, me deja el padrino que siga, os comento otra.

Fermín San Mateo.


 ¿Qué hace Di María detrá de Mel Gibson?

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