El otro día estuve viendo la película esa de los vengadores,
que la echaron por la tele. Me dio un coraje horroroso, porque decía el menda,
“Si no podemos salvar la tierra, la vengaremos”, y dije yo, “po mu bien, porque
si no nos podéis salvar, me va a importar a mí un carajo que me vengues, cuando
ya esté yo exterminao. Mira que los cojones.” Pero la cosa es que a los mendas
era pa verlos. Lo más raro que te puedes tú encontrar en el universo tierra.
Uno que cuando se cabrea se pone verde y se agiganta. Y pega ostias como panes
del ventorrillo del chato. Otro que tiene un traje de jierro que cuando se lo
pone, vuela y pega tiros. Otro que es como una especie de vikingo y que tiene
un martillo pilón, que al que le meta con eso, no le deja un hueso entero. Uno
que es el capitán de America, que lleva un escudo que lo lanza y vuelve, y pega
unos saltos, que parece la pulga de Tijuana. Una muchacha rusa, que es una
polvorilla y que en cuanto te descuidas te hace una maña y te deja hecho un
ovillo, y luego tiene a otro, que yo creo que es familia de alguno y por eso lo
tienen, porque viendo los poderes de los demás, y la preparación que tienen,
presentarte allí, con un arco y un puñao de flechas, es pa cantarle una saeta
el menda.
El caso es que los notas, se juntaban y echaban cojones pa
rabiar. Como que hay un chalao que no tiene otra cosa mejor que hacer, que
abrir un boquete en la capa de ozono, (que eso no se ve, pero seguramente con
un bote de laca gigante o algo así), por el que se cuela una banda de hooligans
galácticos, que se pone nueva york en un momento, que parece Salou lleno de
guiris. Y empiezan a estrozarlo tó y a meterle susto a las vieja. Y claro,
dicen los vengadores, “¿Qué sabei creído, que esto es la casa de tócame Roque?”
y se echan a la calle a dar palos, hasta que no queda ni un bajuno galáctico
bueno.
A mí me encantó el tema. No la película en sí, que no la
entendí mu bien, y di dos cabezadas. Pero eso de juntarse unos cuantos pa hacer
justicia, me parece del carajo. Conque me dije, ahora mismo hago yo un grupo de
vengadores, pero en loco. Y lo hice.
Malas puñalás me dieran.
Lo primero que hice fue pensar a quien podía poner en cada
puesto, porque necesitaba un gachó verde, un capitán de America, uno de jierro,
un vikingo con martillo, una rusa y el del arco con las flechas. Porque yo si
hago las cosas, las hago bien. Y si en la película eran esos, esos hay que
buscar, no sea que luego, por faltar alguno, la caguemos.
Como la idea fue mía, y yo siempre he tenío dotes de mando,
me puse yo de capitán. Claro que yo no me podía llamar capitán de America,
porque no soy americano. Y por otra parte, tampoco quería llamarme capitán de
España, porque yo sé que hay gente que no se considera español y luego es capaz
de decirme, “¿qué pasa? Que solo vengas a los españoles, ¿no? Y si atacan
Hospitalet de Llobregat, que nos den por culo, ¿eh?” y como yo estoy por encima
de nacionalidades y de independencias, y mi intención era vengar a todo el que
lo necesitara, me dije, vamos a buscar un nombre neutro, y dije “Capitán de la
península Ibérica” y entonces me dijo me amigo Tenorio, que andaba ya conmigo,
que a ver si los portugueses se iban a ofender porque un español los vengara
como si ellos no fueran capaces de vengarse por sí mismos. Y ahí dije, yo. “Pos
es verdad”, porque lo era. Y me puse “Capitán de todo el que necesite que lo
vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y cuando no
lleve malas intenciones” y así nadie se enfada.
Al siguiente que recluté fue al Genaro, que tiene la manía
de tirarse por la ventana. Ha dao tantos carajazos, que le han tenido que poner
clavos y placas de jierro por todo el cuerpo, con lo que lo tenía claro para
colocarlo de Jierroman. Además el de la película también se revoleaba mucho por
la ventana, que lo vi yo.
Tenorio fue elegido, como vikingo hispano. Normalmente no le
hubiera dao este papel, pero como al rato de contarle yo mis planes,
desapareció del mapa y regresó con media docena de martillos, que a saber a qué
criatura dejó desmartillada, pos no tuve más remedio que darle el título. No
estaba seguro de que fuera la persona adecuada, pero entusiasmo e iniciativa,
no se le podían negar.
A la Susana, la puse de rusa. Ella es de Chiclana, pero
cuando le dan los ataques no se la entiende una mierda. Además, acojona
bastante porque empieza a darse tirones del pelo y a dar zapatazos y no hay
valiente que se acerque a ella.
Lo del verde que se agiganta lo tenía claro. Ese no podía
ser otro más que Rafaelito el kill machine. Que no se agiganta ni se pone
verde, pero en las discusiones se viene arriba y se pone morao de papas con
choco, siempre que puede.
Para el del arco y las flechas, decidimos cortar por lo sano
y usar un maniquís que había robao Tenorio en el chino de la reconquista.
Total, pa los golpes que te va a quitá un tío con un arco y unas flechas. Qué
quieres que te diga…
Total, que nos juntamos en mi casa el viernes por la noche,
y nos echamos a la calle, en busca de injusticias que resolver. Y lo primero
que nos encontramos fue un grupo de adolescentes sin escolarizar, con una clara
intoxicación etílica.
-
¿Dónde es la fiesta de disfrazes, chirlachis? –
nos soltó uno de los jóvenes, que parecía representar al resto.
El problema, por lo visto, era que nuestra indumentaria
llamaba la atención, porque, claro. Siendo superhéroes, no podemos ir de
cualquier forma o manera. Conque yo, que era el Capitán de todo el que necesite
que lo vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y
cuando no lleve malas intenciones, me había puesto un chándal, con una balanza
pintá en la espalda, que simbolizaba la justicia, y me había hecho un escudo
con la tapa de un contenedor de basuras. Amarrao a una cuerda, pa que volviera,
claro.
Genaro, llevaba, además del jierro interior, un chaleco
reflectante, con una capa de almidón. Tenorio, un casco con cuernos, y una
toalla colorá amarrá al pescuezo. La Susana, que tendría que haber llevao un
mono enterizo, negro, se puso uno de albañil, que daba muy bien el pego, porque
estaba comío de mierda. Al maniquís, le habiamos puesto otro, y lo llevábamos
sentao, en un carro del lidl, pa tener más libertad de maniobra. Y a Rafaelito
el kill machine, le pusimos unas bermudas del primark, y el pecho al
descubierto, porque cuando alguien insinuó que a lo mejor podía tener frío, él
gritó que había sío lejonario, y se echó por lo alto una cubeta de agua helada,
como si estuviera recogiendo dinero para la enfermedad esa que había antes y
que como ya no está de moda, parece que ya no exista.
Conque ese era el aspecto que presentábamos ante los
niñatos.
-
¿Todo en orden por aquí, amable ciudadano? –
dije por dejar clara nuestra posición.
-
Aaaaandaaaa yaaaaa, chirlachi. – insistió el
chavalón.
-
¿Le abro la cabeza? – preguntó Rafaelito,
comprometido a tope con el proyecto.
-
Lo único que tiene que abrí tú es la puerta de
la jaula de donde te hayas escapao y meterte dentro otra vez. – respondió el
niñato. Y ya no dijo más ná, porque la siguiente vez que abrió la boca fue para
escupir dientes.
La que se armó allí fue menua. Yo no sé de dónde salieron
tantos adolescentes sin escolarizar. Pero parecía que llovían del cielo. Y
daban cosquis como si no hubiera un mañana.
El Genaro, viendo como se había puesto la cosa, salió
corriendo y se tiró por un mirador que había por allí cerquita. Y me imagino
que debieron fallarle los propulsores, porque dio un leñazo en el suelo, que no
abrió una zanja porque era de granito. Mientras tanto, la Susana, se limitaba a
pegar tirarse de los pelos y a cantar la canción del brujito de gurugú, que
fue, de largo, lo que más acojonó a nuestros rivales.
El maniquí no hizo nada. Igual que el de la película. Pero
algún cosqui se llevó. Y la última vez que lo vi lo llevaban en volandas dos jóvenes
salvajes, con lo que a estas alturas, casi seguro que ha perdido su honra.
Yo, por mi parte, hice lo que pude, con la ayuda de Tenorio,
que con un martillo en cada mano, abría cabezas y quebraba fémures, como si llevara
haciéndolo toda la vida, mientras que yo pegaba bocaos y metía dedos en los ojos.
Pero el rey de la función fue Rafaelito. Os digo yo que el
verde de la película, era Sor Citroen comparado con él. Pegó, mordió, pinchó,
abofeteó, quemó, escupió, y terminó rodando calle abajo cubierto de enemigos,
como si fuera un chocomelo, invadío de hormigas. Una cosa mala.
Al final, acudió la policía y salieron los niñatos de allí,
como si fueran vampiros a plena luz del día. Cosa que hubiéramos hecho nosotros
si no fuera porque estábamos molíos.
- ¿Todo bien, caballero? – preguntó uno de los municipales.
- Todo en orden, Sr. Agente. No se preocupe que está todo bajo control.
- Ya, ¿Y quienes se suponen que son ustedes?
- Yo soy el capitán de todo el que necesite
que lo vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y
cuando no lleve malas intenciones. Y este es mi equipo de vengadores.
-
- Ya. Y el tío ese que está estrozao abajo del mirador,
¿es suyo?
- -
Alguna baja hemos tenido sí. – contesté yo, como
pude.
- -
Madre mía…
Y ya no sé que mas dijo, porque me desmayé y me desperté en
el Punta Europa.
Ahora que la próxima vez, mejor que ver los vengadores, veo el
Chester, que es mas sano.
No comments:
Post a Comment