Friday, May 15, 2015

Memorias de un hijo del levante. Capítulo 38 - "Vengadores"



El otro día estuve viendo la película esa de los vengadores, que la echaron por la tele. Me dio un coraje horroroso, porque decía el menda, “Si no podemos salvar la tierra, la vengaremos”, y dije yo, “po mu bien, porque si no nos podéis salvar, me va a importar a mí un carajo que me vengues, cuando ya esté yo exterminao. Mira que los cojones.” Pero la cosa es que a los mendas era pa verlos. Lo más raro que te puedes tú encontrar en el universo tierra. Uno que cuando se cabrea se pone verde y se agiganta. Y pega ostias como panes del ventorrillo del chato. Otro que tiene un traje de jierro que cuando se lo pone, vuela y pega tiros. Otro que es como una especie de vikingo y que tiene un martillo pilón, que al que le meta con eso, no le deja un hueso entero. Uno que es el capitán de America, que lleva un escudo que lo lanza y vuelve, y pega unos saltos, que parece la pulga de Tijuana. Una muchacha rusa, que es una polvorilla y que en cuanto te descuidas te hace una maña y te deja hecho un ovillo, y luego tiene a otro, que yo creo que es familia de alguno y por eso lo tienen, porque viendo los poderes de los demás, y la preparación que tienen, presentarte allí, con un arco y un puñao de flechas, es pa cantarle una saeta el menda.  

El caso es que los notas, se juntaban y echaban cojones pa rabiar. Como que hay un chalao que no tiene otra cosa mejor que hacer, que abrir un boquete en la capa de ozono, (que eso no se ve, pero seguramente con un bote de laca gigante o algo así), por el que se cuela una banda de hooligans galácticos, que se pone nueva york en un momento, que parece Salou lleno de guiris. Y empiezan a estrozarlo tó y a meterle susto a las vieja. Y claro, dicen los vengadores, “¿Qué sabei creído, que esto es la casa de tócame Roque?” y se echan a la calle a dar palos, hasta que no queda ni un bajuno galáctico bueno.

A mí me encantó el tema. No la película en sí, que no la entendí mu bien, y di dos cabezadas. Pero eso de juntarse unos cuantos pa hacer justicia, me parece del carajo. Conque me dije, ahora mismo hago yo un grupo de vengadores, pero en loco. Y lo hice.

Malas puñalás me dieran.

Lo primero que hice fue pensar a quien podía poner en cada puesto, porque necesitaba un gachó verde, un capitán de America, uno de jierro, un vikingo con martillo, una rusa y el del arco con las flechas. Porque yo si hago las cosas, las hago bien. Y si en la película eran esos, esos hay que buscar, no sea que luego, por faltar alguno, la caguemos. 

Como la idea fue mía, y yo siempre he tenío dotes de mando, me puse yo de capitán. Claro que yo no me podía llamar capitán de America, porque no soy americano. Y por otra parte, tampoco quería llamarme capitán de España, porque yo sé que hay gente que no se considera español y luego es capaz de decirme, “¿qué pasa? Que solo vengas a los españoles, ¿no? Y si atacan Hospitalet de Llobregat, que nos den por culo, ¿eh?” y como yo estoy por encima de nacionalidades y de independencias, y mi intención era vengar a todo el que lo necesitara, me dije, vamos a buscar un nombre neutro, y dije “Capitán de la península Ibérica” y entonces me dijo me amigo Tenorio, que andaba ya conmigo, que a ver si los portugueses se iban a ofender porque un español los vengara como si ellos no fueran capaces de vengarse por sí mismos. Y ahí dije, yo. “Pos es verdad”, porque lo era. Y me puse “Capitán de todo el que necesite que lo vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y cuando no lleve malas intenciones” y así nadie se enfada.

Al siguiente que recluté fue al Genaro, que tiene la manía de tirarse por la ventana. Ha dao tantos carajazos, que le han tenido que poner clavos y placas de jierro por todo el cuerpo, con lo que lo tenía claro para colocarlo de Jierroman. Además el de la película también se revoleaba mucho por la ventana, que lo vi yo.

Tenorio fue elegido, como vikingo hispano. Normalmente no le hubiera dao este papel, pero como al rato de contarle yo mis planes, desapareció del mapa y regresó con media docena de martillos, que a saber a qué criatura dejó desmartillada, pos no tuve más remedio que darle el título. No estaba seguro de que fuera la persona adecuada, pero entusiasmo e iniciativa, no se le podían negar.
A la Susana, la puse de rusa. Ella es de Chiclana, pero cuando le dan los ataques no se la entiende una mierda. Además, acojona bastante porque empieza a darse tirones del pelo y a dar zapatazos y no hay valiente que se acerque a ella.

Lo del verde que se agiganta lo tenía claro. Ese no podía ser otro más que Rafaelito el kill machine. Que no se agiganta ni se pone verde, pero en las discusiones se viene arriba y se pone morao de papas con choco, siempre que puede.

Para el del arco y las flechas, decidimos cortar por lo sano y usar un maniquís que había robao Tenorio en el chino de la reconquista. Total, pa los golpes que te va a quitá un tío con un arco y unas flechas. Qué quieres que te diga…

Total, que nos juntamos en mi casa el viernes por la noche, y nos echamos a la calle, en busca de injusticias que resolver. Y lo primero que nos encontramos fue un grupo de adolescentes sin escolarizar, con una clara intoxicación etílica.

-        ¿Dónde es la fiesta de disfrazes, chirlachis? – nos soltó uno de los jóvenes, que parecía representar al resto.

El problema, por lo visto, era que nuestra indumentaria llamaba la atención, porque, claro. Siendo superhéroes, no podemos ir de cualquier forma o manera. Conque yo, que era el Capitán de todo el que necesite que lo vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y cuando no lleve malas intenciones, me había puesto un chándal, con una balanza pintá en la espalda, que simbolizaba la justicia, y me había hecho un escudo con la tapa de un contenedor de basuras. Amarrao a una cuerda, pa que volviera, claro.

Genaro, llevaba, además del jierro interior, un chaleco reflectante, con una capa de almidón. Tenorio, un casco con cuernos, y una toalla colorá amarrá al pescuezo. La Susana, que tendría que haber llevao un mono enterizo, negro, se puso uno de albañil, que daba muy bien el pego, porque estaba comío de mierda. Al maniquís, le habiamos puesto otro, y lo llevábamos sentao, en un carro del lidl, pa tener más libertad de maniobra. Y a Rafaelito el kill machine, le pusimos unas bermudas del primark, y el pecho al descubierto, porque cuando alguien insinuó que a lo mejor podía tener frío, él gritó que había sío lejonario, y se echó por lo alto una cubeta de agua helada, como si estuviera recogiendo dinero para la enfermedad esa que había antes y que como ya no está de moda, parece que ya no exista.

Conque ese era el aspecto que presentábamos ante los niñatos.

-        ¿Todo en orden por aquí, amable ciudadano? – dije por dejar clara nuestra posición.
-        Aaaaandaaaa yaaaaa, chirlachi. – insistió el chavalón.
-        ¿Le abro la cabeza? – preguntó Rafaelito, comprometido a tope con el proyecto.
-        Lo único que tiene que abrí tú es la puerta de la jaula de donde te hayas escapao y meterte dentro otra vez. – respondió el niñato. Y ya no dijo más ná, porque la siguiente vez que abrió la boca fue para escupir dientes.

La que se armó allí fue menua. Yo no sé de dónde salieron tantos adolescentes sin escolarizar. Pero parecía que llovían del cielo. Y daban cosquis como si no hubiera un mañana.
El Genaro, viendo como se había puesto la cosa, salió corriendo y se tiró por un mirador que había por allí cerquita. Y me imagino que debieron fallarle los propulsores, porque dio un leñazo en el suelo, que no abrió una zanja porque era de granito. Mientras tanto, la Susana, se limitaba a pegar tirarse de los pelos y a cantar la canción del brujito de gurugú, que fue, de largo, lo que más acojonó a nuestros rivales.

El maniquí no hizo nada. Igual que el de la película. Pero algún cosqui se llevó. Y la última vez que lo vi lo llevaban en volandas dos jóvenes salvajes, con lo que a estas alturas, casi seguro que ha perdido su honra. 

Yo, por mi parte, hice lo que pude, con la ayuda de Tenorio, que con un martillo en cada mano, abría cabezas y quebraba fémures, como si llevara haciéndolo toda la vida, mientras que yo pegaba bocaos y metía dedos en los ojos.

Pero el rey de la función fue Rafaelito. Os digo yo que el verde de la película, era Sor Citroen comparado con él. Pegó, mordió, pinchó, abofeteó, quemó, escupió, y terminó rodando calle abajo cubierto de enemigos, como si fuera un chocomelo, invadío de hormigas. Una cosa mala.

Al final, acudió la policía y salieron los niñatos de allí, como si fueran vampiros a plena luz del día. Cosa que hubiéramos hecho nosotros si no fuera porque estábamos molíos.
- ¿Todo bien, caballero?  – preguntó uno de los municipales. 
- Todo en orden, Sr. Agente. No se preocupe que está todo bajo control. 
- Ya, ¿Y quienes se suponen que son ustedes?
- Yo soy el capitán de todo el que necesite que lo vengue, sea de donde sea, y tenga los ideales que tenga, siempre y cuando no lleve malas intenciones. Y este es mi equipo de vengadores.
-        - Ya. Y el tío ese que está estrozao abajo del mirador, ¿es suyo?
-       -  Alguna baja hemos tenido sí. – contesté yo, como pude.
-       -  Madre mía…

Y ya no sé que mas dijo, porque me desmayé y me desperté en el Punta Europa.

Ahora que la próxima vez, mejor que ver los vengadores, veo el Chester, que es mas sano.



 

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