Sunday, June 2, 2019

Las coplas perdidas de Juan Carlos Aragón

Me decía estos pasados carnavales, un buen amigo mío, mas aficionado incluso que yo a las coplas de carnaval, (que ya es afición), que lo peor de los cajonazos son las coplas que el autor pudiera haber tenido guardadas para la final y que ya nunca escucharás. Motivo suficiente, según él , para encerrar a un mal jurado y tirar la llave al río. Y aunque lo de la llave al río, yo lo considero un poco drástico, en lo otro, sí que creo que tenía más razón que un santo. Y sirva como doloroso ejemplo, el último cajonazo sufrido por una agrupación de Juan Carlos Aragón, que ahora desgraciadamente sabemos, que era el último de verdad. La chirigota "El Chele Vara" que muchos pensamos que tenía nivel para haberse colado en la final, pero que no pasó de semis. Y aunque eso es, por supuesto, siempre discutible, al final, lo realmente jodido, es que nos quedamos sin ese pasodoble que, quizás, Juan Carlos, tenía guardado para el último pase, o que, ¿Por qué no?, se hubiera sacado de la manga el día antes. Porque al final lo que de verdad importan, son eso, las coplas.

Yo, que tengo años ya, como para haber cantado de memoria "los duros antiguos" patrá, y haber escuchao en directo a Don Antonio, preguntarle al Papa, que a quién llamaba asesino, o a Manolito Santander, aquello de que el amarillo está maldito pa los artistas, el año que con la familia Pepperoni se quitó el regusto a palomo de la boca, hace tiempo que pasé de tener una relación activa con el carnaval, a ser amigo, sin derecho a roce, desde el día en que me vi mas identificado con el vecino que te mira las bolsas de hielo con cara de "vaya tela" cuando te cruzas con él por la escalera, que con los chavales que comparten un colchón de espuma en el suelo para tres, el tiempo justo para recuperar fuerzas y echarse otra vez a la calle, disfrazao de indio kiowa. Pero, aun sin derecho a roce, no he dejao ni un año de sentarme, con la mesa del salón, llena de productos del covirán, como está mandao, a escuchar las coplas que uno u otro tuvieran a bien regalarnos. Sobre todo en estos tiempos de smart tv y youtubes, en los que puede uno sentarse cada noche, desde el día, uno a disfrutar a lo rajoy, es decir, con plasma de por medio, del festival de coplas mas grande que ha dao Diós.

Porque ese es mí carnaval. Sentarme a disfrutar del gozo de escuchar por primera vez una coplilla. Una presentación puntera, un cuplé de genial remate, un pasodoble bien escrito, o lleno de golpes. Y poco me importa que sea de uno o de otro. O que a veces uno esté menos acertado, o pa echarlo, directamente, porque otro año ya traerá otra cosita más apañaita. Y así he disfrutao con los tipos auténticos de verdad del Selu, los musicones de pasodoble de Manolo Santander, los cuplés geniales de lobe y compañía, los juegos de palabra del canijo, el ingenio brutal de yuyu, y por supuesto la poesía escrita con el alma de Tino, carapapas o Martin... Y aunque yo soy muy de Don Antonio, y como él nadie me ha puesto cantando la carnecita de gallina, siempre le tuve un especial cariño y admiración a Juan Carlos. Porque Juan Carlos siempre fue, otra cosa. No el niño malo del carnaval o el enfant terrible o esas tonterías que a veces decían de él. Juan Carlos era, otro carnaval. El de la poesía escrita con el alma, sí. Y el del ingenio y la gracia, también. Pero sobre todo el de la verdad sobre la mesa. El de decirle hijoputa con cariño al que hay que decírselo con cariño, y sin cariño al que hay que decírselo sin cariño. Como se ha hecho toda la vida en el sur. Juan Carlos usaba las tablas del falla para lo que había que usarlas. Para pegarle un corte al que no se lo esperaba, un tirón de orejas al que se lo hubiera ganao, y un palo al que se lo mereciera, Y darle un beso y un abrazo a quien correspondiera, porque Juan Carlos no era solo veneno, como también algunos vendían, ni vivía amargao o escribía solo desde el rencor, que muchos y preciosos pasodobles dejó escritos desde el cariño. A Juan Carlos le escuché una vez decir que a él le gustaba compaginar el cuplé gracioso con el pasodoble sentío, y de alguna forma buscar la agrupación total. Y para mí esa es la definición perfecta de los yesterday, la agrupación total. Quizás la mas redonda de la historia.


Ahora que la vida, por esas cosas incomprensibles que tiene mas a menudo de lo que nos gustaría, ha decidido llevarse de la forma más cruel posible, mal y pronto, al hombre y al artista, la vida ya no será la misma ni para su familia ni para sus amigos, como no lo será el carnaval. Unos autores se van, porque se cansan, porque se aburren, o, simplemente, porque es ley de vida, pero otros vienen, y las coplas siguen... Pero esa otra cosa que era Juan Carlos... Esas coplas que ya no escucharemos se han perdido para siempre. Y eso sí que sería pa encerrar a alguien y tirar la puta llave al río.





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