Tuesday, July 6, 2021

Muere Richard Donner. El genio del encargo.

Existe una cosa en Hollywood, que en España, por ejemplo, se da poco, que es el cineasta de encargo. Ess tipo, o tipa, al que contratas para que dirija ese guion maravilloso que el estudio acaba de comprar por cuatro duros a un aspirante a genio, o por un ojo de la cara, a un aspirante a rico. Este es el guion, este es el reparto, este el presupuesto, y esta la fecha en la que la película tiene que estar terminada. Y a rodar, se ha dicho. Algo que dicho así, suena frío y hasta feo, pero que no es otra cosa que hacer de tu pasión un oficio, sin creerse mas artista que artesano, ni menos genio que artista. Y si en todas las casas, se dedicara cada uno a hacer lo que sabe, y dejara al otro hacer su parte, igual teníamos en España, mas obras redondas, que interesantes propuestas, poco o mal desarrolladas.  Porque ni todo el mundo sabe escribir como Azcona, ni todo el mundo, dirigir como Spielberg. Aunque algunos se crean que una cosa, y la otra, vienen de la manita cuando uno abre los ojos por primera vez. 

Uno de esos directores de encargo, era el mismísimo John Ford, que apenas escribió un puñado de páginas en toda su vida, pero que rodaba lo que le daba la gana, y como le daba la gana, tambien es verdad. 4 oscars y un sin fin de obras maestras después sigue siendo el mayor maestro de todos. 

Richard Donner, era otro. Un tipo que escribió, en toda su vida, dos episodios de una serie que no recuerda nadie. Pero que nos regaló la primera gran película de superhéroes de la historia. Superman. cogió un guion descabellado de Chris Columbus, basado en una idea de Steven Spielberg, (¿Unos niños que se meten por unos túneles y encuentran un tesoro pirata?) y dejó a los goonies para la posteridad. El genio que creó la Buddy Movie moderna, en "Arma Letak" y dio a Mel Gibson, ese papel de tarado con el que luego se hizo rico. La profecia, Lady Halcón, Los fantasmas atacan al jefe o Maverick, fueron otros de sus títulos. Proyectos muy diferentes que encaró con la ilusión y la profesionalidad que merece el privilegio que es poder dirigir una película, y que siempre, siempre, convirtió, en una buena película. No hubo cuatro oscars, ni obras maestras, como en el caso de John Ford. Pero una trayectoria, y una obra para la posteridad, de la que cualquiera estaría muy orgullos y que hoy, al saber que se iba para siempre, ha puesto triste a mucha, mucha gente, que recuerda esos títulos con una sonrisa en la boca. 



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